Crisis económica
La desigualdad
Los expertos económicos están debatiendo si hemos dejado de caer (superar la recesión) o, por el contrario, ya hemos salido de la crisis. La diferencia entre ambos conceptos no es baladí. Lo primero supone «hacer pie» en el fondo y moverse en él, como parece desprenderse del dato de la deflación que se ha producido en el mes de enero, mientras que la segunda idea comporta que estamos remontando la situación de situación. En todo caso, no hay coincidencia porque el crecimiento es muy débil y todavía frágil y se sigue destruyendo empleo e incrementando el paro, como se vio ayer.
No obstante, lo que casi nadie discute es que ha crecido y sigue creciendo la desigualdad. Una desigualdad que se plasma en una injusta distribución de la riqueza en que cada vez menos personas acumulan más parte de la misma, donde el 14 por ciento de las personas que tiene trabajo, siguen siendo pobres y más del 30 por ciento de las personas paro, también. Una desigualdad que se plasma en las diferentes condiciones entre hombres y mujeres en el trabajo –y fuera de él– o donde los recortes en los servicios públicos sitúan en diferente posición a las personas.
Esta es la parte de la herencia que, si no lo remediamos, sobrevivirá entre nosotros más allá de la crisis económica haya sido superada. En ese sentido y como afirma a menudo Teresa Crespo, presidenta de Entitats Catalanes d'Acció Social (ECAS): «Podríamos aceptar vivir en una sociedad donde fuéramos más pobres pero no más desiguales». Revertir esa inercia, es la condición para que los esfuerzos de hoy, no continúen transformándose en inútiles sacrificios para la mayoría y rentables dividendos para la minoría.
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