Cáncer
La fábrica para crear «supercélulas» contra el linfoma busca 250.000 euros
La Fundació Josep Carreras y el Hospital de Sant Pau impulsan un ensayo para enfermos críticos modificando células en el laboratorio.
La Fundació Josep Carreras y el Hospital de Sant Pau impulsan un ensayo para enfermos críticos modificando células en el laboratorio.
A Francesc le diagnosticaron un linfoma, el cáncer de sangre más frecuente, con sólo cuatro años. Tras un tiempo luchando contra esta enfermedad y familiarizarse con ella, dibujó una terapia para curarse. Tenía claro que necesitaba armar hasta los dientes a las células buenas de su cuerpo para combatir a las células tumorales. La cuestión era cómo. «La investigación científica es la piedra angular para llegar a curar a todos los pacientes», dice el doctor Manel Esteller, director del Instituto de investigación contra la Leucemia Josep Carreras. Así que un equipo de médicos liderados por el doctor Javier Briones, hematólogo del Hospital de Sant Pau e investigador asociado al Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, se puso manos a la obra. Y ayer, presentó el proyecto en el que ha trabajado los últimos cuatro años: «La fábrica de células imparables».
Se trata de un ensayo clínico de inmunoterapia CAR-T para dar otra oportunidad a los pacientes de linfoma a los que no les ha funcionado la quimioterapia, el transplante de médula ni otras inmunoterapias. Como Mireia Agudo. Días antes de la boda de su hermano llegó a Urgencias del Hospital de Sant Pau con una trombosis. Llevaba días que se encontraba alicaída, había perdido peso y le picaban las manos, pero tres analíticas hechas en el CAP no alertaron a su médico de cabecera. Acabó en la Unidad de Cuidados Intensivos con un coma inducido, durante el cual le dieron una quimioterapia de choque que eliminó el 98% del cáncer. Pero al poco tiempo se le reprodujo la enfermedad y después de tres quimioterapias y vivir un año y medio subida en una montaña rusa –tan pronto parece que está casi curada como recae–, los médicos constataron que es «refractaria» a la quimioterapia. Ha probado también un tratamiento de inmunoterapia pionero, pero no le ha funcionado. El objetivo es reducir las células malas para pasar por un transplante, pero no lo logra. «Nos merecemos la oportunidad de vivir y de curarnos todos», dice Mireia, que sólo tiene 28 años.
Una nueva oportunidad
El proyecto de «la fábrica de células imparables» es una nueva oportunidad de curación para pacientes como Mireia y para ese 15-20% de enfermos de linfoma de Hodgkin que no responden a los tratamientos actuales.
El proyecto del doctor Briones pretende atacar el antígeno CD30, que está en prácticamente todos los linfomas de Hodgkin y diversos subtipos de linfomas no Hodgkin, como el T. Y parte de la misma idea que la de Francesc, armar a las células buenas para atacar a las malas. «Grosso modo», se extrae del organismo unas células muy combativas con las infecciones, los linfocitos T, se modifican genéticamente en un laboratorio para que lleven un virus que mate a las células tumorales que se protegen con antígenos CD30, y se vuelve a infundir al paciente, que pasa a tener «supercélulas» CART-s en su cuerpo.
Resulta que la médula ósea fabrica linfocitos T. Son las principales células que defienden al organismo de infecciones. Actúan como soldados programados para defendernos de un ataque. Pero tienen un problema, que no detectan las células tumorales de las leucemias. Las más eficaces son los linfocitos T de memoria que aparecen tras una infección primaria y median en la defensa del organismo en infecciones sucesivas de un mismo patógeno porque se acuerdan de él. Tienen un alto poder tóxico con las células alteradas. El doctor Briones explica que lo que hacen es coger linfocitos T de memoria del paciente a través de un proceso de cuatro horas en el que se le saca sangre, se extraen los linfocitos T de memoria y se le vuelve a inyectar la sangre. En la sala blanca, un laboratorio especial diseñado en el nuevo edificio de investigación de Sant Pau, se modifican los linfocitos T del paciente para que ataquen a las células cancerígenas. Todo el proceso dura 10 días. Estas «supercélulas» modificadas quedan en el organismo del paciente perpetuamente y actúan como un centinela por si a los malos se les ocurre aparecer.
Para arrancar la fase I de este ensayo en 2019 con 10 pacientes, se necesita un millón de euros. Se han recaudado 750.000. Sólo fabricar las CARTs para estudiar qué dosis se puede administrar y los efectos secundarios cuesta 60.000 euros por paciente.
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