París
La filosofía de Santiago Rusiñol
Santiago Rusiñol fue uno de esos grandes genios con talento para todo lo que se propusiera, ya fuera como artista de éxito o como escritor de prestigio. Uno de los ejemplos de su fértil producción literaria es un libro que L'Avenç acaba de recuperar y que nos devuelven al Rusiñol más irónico, socarrón e inteligente.
«Màximes i mals pensaments», publicado originalmente a finales de 1927, es una antología con las sentencias y glosas del artista modernista, muchas de ellas todavía hoy con una indudable vigencia. Probablemente sea uno de los títulos más desconocidos de su carrera como escritor, con pocas referencias bibliográficas, aunque sí tuvo algunos admiradores destacados.
El elogio de Josep Pla
Uno de de los más sinceros e incondicionales fue Josep Pla quien apuntaba en su biografía sobre Rusiñol que el volumen era «un libro de sentencias morales basadas en constancias pintorescas y divertidas». Pla recordaba que en esas páginas se incluían «cuarenta años de la vida de don Santiago, es el esquema de su escepticismo». Por todo ello, el pequeño volumen –no supera las cien páginas– es básico para poder comprender la compleja personalidad de su autor.
En el libro se recogen dos centenares de sentencias de Rusiñol que tienen la habilidad de impactar al lector, no dejarlo indiferente ante las ocurrencias del autor de «L'auca del senyor Esteve». Él mismo lo explica en la frase con la que cierra esta peculiar obra, al recordar que «el que escriu un llibre de pensaments ha tingut un mal pensament d'escriure'ls, perquè tots aquests pensaments poden escriure's a la inversa».
El libro apareció cuando el artista ya era un hombre enfermo, con setenta años tras de sí, aunque todavía con la vocación de decir cosas ya fueran en la pintura o en el papel escrito. La Llibreria Espanyola de Antonio López fue la encargada de llevar a cabo la edición. Habían pasado ya dos años desde que Rusiñol dejara de publicar su glosa semanal en la revista «L'Esquella de la Torratxa». El libro venía a llenar ese vacío, con una revisión de la imagen pública que el mismo autor de «El català de la Mancha» se había creado.
Según apunta Margarida Casacuberta en el epílogo de «Màximes i mals pensaments» el libro es patrimonio de un nuevo Rusiñol surgido de las curas de desmorfinización y de la intervención quirúrgica que lo retorna a la vida con el nacimiento del nuevo siglo, «es decir, del Rusiñolque ha dejado cerrado en un mausoleo el ideal de artista que hasta entonces había encarnado». El autor empieza a escribir su libro mientras frecuenta los círculos intelectuales con los que se codea en París, aquellos con los que coincidía en el café Weber, como Isaac Albéniz, Marcel Proust, Claude Debussy, Léon Daudet o Paul-Jean Toulet, de quien traduce una serie de pensamientos que aparecerán en la revista «Pèl & Ploma».
Las sentencias de Rusiñol son breves, pero impactantes, muy en la línea de las greguerías de su amigo Gómez de la Serna. Es lo que se desprende, por ejemplo, cuando escribe que «si un home, en morir, pot tenir espectadors, es mor d'una manera més digna».
El humor no lo abandona en ningún momento y encuentra en la mujer a una de las «víctimas» perfectas para sus reflexiones. Es el caso de máximas y malos pensamientos como «para que la mujer se pueda defender, la Madre Naturaleza, previsora en todas las cosas, le ha puesto uñas a la lengua» o «el marido que tiene una mujer que quiere ser elegante, puede empezar a temblar».
✕
Accede a tu cuenta para comentar