Elecciones catalanas
La imparable caída de CDC
El 10 de enero de 2016, Carles Puigdemont es elegido president de la Generalitat de Cataluña, con el apoyo de los 62 escaños de los independentistas de Juntos por el Sí, coalición de CDC y ERC, y por 8 de los 10 radicales de la CUP.
En la encuesta de NC Report para LA RAZÓN de enero de 2016, sólo tres meses después de las elecciones autonómicas del 27-S, la coalición independentista Juntos por el Sí había perdido cuatro puntos porcentuales. La encuesta se repite en agosto y en diciembre, y Juntos por el Sí se mantiene por debajo de sus resultados de septiembre de 2015.
Pero esta crisis que ahora se acelera con Puigdemont se inicia con Artur Mas tras las elecciones autonómicas de 2010, en las que la antigua CiU, con Mas a la cabeza, gana las elecciones al tripartit, con el 38,5% de los votos. Con un discurso victimista, durante la campaña electoral Artur Mas habla ya sin tapujos de un ladrón llamado España que roba a los catalanes, exige al Gobierno de España un pacto fiscal que reduzca del 8% al 4% de su PIB la aportación de Cataluña al conjunto del Estado. Las balanzas fiscales le desmentían, pues Cataluña sólo aportaba el 4%. Pero su mensaje atrajo a ERC hasta tal punto que los republicanos decidieron romper definitivamente con sus antiguos socios del tripartit: PSC e Iniciativa. Mas sacará adelante la mitad de la legislatura en minoría en el Parlament, pero con el apoyo parlamentario del PP. Aunque la insistencia de Mas en su pacto fiscal dejará en solitario a CiU con sólo 62 escaños y se disolverá anticipadamente el Parlament.
En las elecciones del 25-N de 2012, CiU sufre un importante retroceso, pasa de 62 a 50 escaños. Baja del 38,5% al 30,7% de los votos. Sólo dos meses antes tiene lugar la Diada más combativa y en la que abiertamente se pide un referéndum de autodeterminación y un Estado catalán. Son las primeras elecciones de un Mas que ha perdido la cordura política.
En los comicios del 27-S de 2015, CiU ya no se atreve a ir en solitario, en la mayoría de encuestas publicadas por diferentes medios en el segundo trimestre de 2015, ERC ya superaba a CiU, que pasaba de 1,1 millones de votos en las elecciones de 2012 a una expectativa de 0,8 millones de sufragios si concurría en solitario. Además, UDC abandona la coalición a tres meses de las elecciones. Finalmente, CDC y ERC aceptan presentarse en coalición: Juntos por el Sí, que obtiene el 39,6% y no alcanzan la mayoría absoluta. Ambos partidos habían sumado 4,8 puntos más en las elecciones de 2012. Mas llegó a definir estas elecciones como «plebiscitarias», como la «consulta definitiva» o «el voto de tu vida». Es el fin de su carrera política.
La coalición Juntos por el Sí fue una estrategia de supervivencia para los de Mas. La tabla de salvación para esconder el fracaso de CDC era concurrir en coalición con ERC. De este modo se evitaba evidenciar el «sorpasso» que acabaría con Mas, y por otro se aseguraban que la nueva coalición, Juntos por el Sí, se convirtiera en la primera fuerza en el nuevo Parlament, única forma de que Mas siguiera liderando el «procés», aunque a costa de aprovecharse de su socio ERC, que debería haber sido el verdadero vencedor de las elecciones autonómicas de haber ido en solitario.
Pero no acaba aquí el estropicio legado por Artur Mas: voladura de CiU, división de la sociedad catalana, fuga de empresas y de inversiones, etc, sino que autorizará el acercamiento a los radicales de CUP y acabará aceptando sus condiciones.
Puigdemont pone buena cara pero no al mal tiempo, sino a un auténtico tsunami que ha dejado a PDECat, las siglas tras las que se esconde Convergència, en un 14,8% del voto al Parlament, según la encuesta de diciembre de NC Report para LA RAZÓN. Este mismo sondeo colocaba a los de Puigdemont en tercer puesto, tras ERC y Ciudadanos. El socio republicano de los convergentes se dispararía al 24,1%, al tiempo que se hunde el barco convergente, rebautizado de partido europeísta. Contrasta el crecimiento de los de Junqueras, que suben 10,4 puntos con respecto a las elecciones autonómicas de 2012, las últimas en las que no fueron en coalición, al tiempo que los de Puigdemont caen 15,9 puntos, al pasar del 30,7% al 14,8%. Pierden más de la mitad de su porcentaje de voto con relación a las elecciones de 2012. Si comparamos el resultado actual que obtendría Puigdemont con los resultados de las elecciones autonómicas de 2010, previas al «procés», la caída es espectacular: 19,7 puntos porcentuales.
Los momentos de crisis por los que ha atravesado España a lo largo de su historia han sido aprovechados para intentar tumbarla. La crisis de sucesión en la Jefatura del Estado en 1975 fue aprovechada por Hassan II para tomar el Sáhara Occidental. La revolución en Asturias fue el momento para proclamar el 6 de octubre de 1934 el Estado catalán. La crisis económica que estalló en 2008 fue vista como una oportunidad por la extrema izquierda española y el independentismo catalán, que no han podido tumbar la Constitución y eso que en ocasiones han tirado conjuntamente de la cuerda.
✕
Accede a tu cuenta para comentar