Arte, Cultura y Espectáculos

La musa del artista

El Círculo del Liceo acoge en una exposición las obras en las que Ramon Casas utilizó a Júlia Peraire, su mujer, como modelo

«La Sargantain», de 1907, está considerado el mejor retrato de Julia pintado por Casas
«La Sargantain», de 1907, está considerado el mejor retrato de Julia pintado por Casaslarazon

No tenía más que 16 años, quizá algo más, y caminaba sin miedo por las Ramblas, atiborradas de gente malhumorada. Sostenía entre las manos billetes de loterías y atropellaba a los paseantes para que le compraran uno. Era difícil decirle que no, tan joven, tan guapa, con esos ojos azules de brillo hipnótico y esa frescura espontánea que levantaba sonrisas de asombro. Estábamos en 1905, pero aquella criatura parecía existir fuera del tiempo. Vio en una terraza a otros artistas y bohemios, y decidió avasallarlos sin pudor. Sólo quería vender lotería, pero allí estaba Ramon Casas, ya reconocido, ya maduro, y su vida cambió para siempre. «¡Quiero que poses para mí, tienes que posar para mí!», le dijo Casas con ese ímpetu juvenil que creía que había perdido. Ella simuló que lo pensaba, pero sólo era un juego, sabía la respuesta antes incluso de escuchar lo que aquel pintor tenía que decir. «Sí», contestó lacónica y empezó así la gran historia de amor del modernismo catalán.

El Círculo de Liceo, dentro de las conmemoraciones del Año Casas, acoge la exposición «Júlia, el deseo. Ramon Casas», que acoge cerca de 70 piezas, entre cuadros, dibujos, carteles, fotografías y documentación varia, que narran 25 años de relación entre pintor y modelo, desde un cartel del jabón Fluido Gorgot de principios de siglo XX a los óleos intimistas de Julia en su hogar a finales de los años 20, pocos años antes de la muerte de Casas.

La exposición, una iniciativa del Círculo con la ayuda de la Obra Social La Caixa, permite descubrir la evolución del propio pintor a través de los retratos, así como documentar los diferentes estados que sufrió su relación, de la pasión primera al aburguesamiento progresivo hasta una irónica nostalgia final. «Fue a vivir con Casas con 18 años. Él tenía 40 y su entono burgués no aprobaba una relación con una simple vendedora de lotería. Sin embargo, nada de esto importó y se convirtió en la inspiración más importante de la vida del artista», comenta Isabel Coll, comisaria de la exposición.

El 90 por ciento de las piezas no se han visto nunca en público, lo que convierte a la muestra en algo excepcional. Muchos coleccionistas privados, también socios del Círculo del Liceo, han cedido sus piezas. El propio espacio cultural cuenta en su colección con catorce cuadros de Casas. Adquirieron «La Sargantain», retrato de 1907 y la estampa más célebre de Júlia por parte de Casas y esto les llevó a promover una exposición en torno a la relación entre estas dos almas libres. El visitante de la exposición podrá contemplar asimismo de manera excepcional la llamada sala Rotonda, que el propio Casas decoró con madera de caoba, cristaleras emplomadas y doce cuadros de grandes dimensiones pintados por él mismo que tienen a la mujer y a la música como protagonistas.

Poco se sabe de la vida de Julia tras la muerte de Casas en 1932. No tuvo hijos y su familia era escasa. Para muchos, seguía siendo la tía Julia, la salvaje, la mujer de carácter, la obstinada. «¡Te pareces a la tía Julia», dirían cuando se comportasen de forma caprichosa o enfuruñada. Ella viviría hasta 1941, pero su imagen quedó inmortalizado para siempre.

Dónde: Círculo del Liceo. las Ramblas, 54.

Cuándo: Hasta el 20 de julio.

Cuánto: 12 a 15 euros.