Libros
La reinvención de Paula Bonet
La artista regresa con «La sed», un muy personal libro en el que ofrece una nueva mirada tanto a su obra literaria como a la pictórica.
La artista regresa con «La sed», un muy personal libro en el que ofrece una nueva mirada tanto a su obra literaria como a la pictórica.
Que Paula Bonet vuelve a publicar ya es de por sí una noticia digna de reseñar. Pero que ese regreso signifique reinventarse, buscar nuevas fórmulas con las que crecer artística y literariamente hace que lo que es noticia pase a ser acontecimiento. Eso pasa con «La sed», la nueva obra de Bonet y que esta semana ha llegado a las librerías de la mano de Lunwerg. En el volumen, en el que otra vez nos encontramos un diálogo entre la palabra dibujada y el dibujo escrito, y esta afirmación para nada es un error de quien escribe estas líneas en el momento de asignar los adjetivos.
Tras darse a conocer y con gran éxito en «Qué hacer cuando en la pantalla aparece THE END» y ofrecer su particular visión del universo cinematográfico de Truffaut en «813», con «La sed» nos ofrece una mirada diferente a través de una serie de mujeres, además de seguir la huella dejada por autoras con las que se siente cercana.
En declaraciones a este diario, Bonet explicó que todos sus libros «son una manera de reiventarse. De lo que se trata al final es de no repetirse, de no seguir un mismo patrón y sí de disfrutar del trabajo descubriendo cosas nuevas, investigando aunque te equivoques. Uno de los mayores placeres que me causa la pintura, el dibujo y el grabado es el hecho de sorprenderme a mí misma mientras estoy trabajando. Por eso considero que aunque algo funcione no tienes por qué repetirte. Eso no me aportaría nada».
Paula Bonet considera que sus tres libros, vistos en perspectiva, «van muy de la mano, sobre todo en el contenido. Sí que es posible que se diferencien desde un punto de vista visual, sobre todo con “La sed” porque en él se nota mucho la necesidad que tenía por volver a la pintura y al grabado, que es lo que he hecho siempre. De alguna manera, estos últimos cuatro años en los que se ha conocido más mi trabajo como ilustradora, hubo momentos en los que me sentí prisionera de este trabajo. La ilustración no me da la libertad que me ofrece la pintura o el grabado: en ellos hay mucho de la mancha, del accidente, del juego con las texturas».
Quien se adentre en las páginas de «La sed» podrá constatar la gran fuerza que tiene Paula Bonet como autora de aguafuerte, consiguiendo dotar a cada una de sus imágenes de una inusual fuerza dramática. «En cada uno de los proyectos en los que he trabajado, palabra e imagen han ido muy de la mano. En esta ocasión he querido ir un paso más allá. En esta ocasión lo primero que ha existido para “La sed” ha sido el texto, mucho antes que la imagen.
Cuando empecé con las ilustraciones, el texto empezó a mutar desde el principio. De lo encorsetado y duro del inicio pasó a transformarse en algo más narrativo para acabar siendo abstracto. Fue entonces cuando vi que la parte dura que debía ilustrarse con el aguafuerte. El hecho de que se dibuje sobre una punta de acero sobre una plancha de cobre, que sea el ácido el que se coma la línea y que sea un golpe duro el que estampe esta línea sobre el papel, creo que era lo que mejor podía definir el contenido del texto».
El resultado final convierte el libro en una suerte de gran poema visual, en el que todo encaja de manera perfecta, un engranaje en el que la letra no ensombrece el trazo de la artista. ¿Libro ilustrado? ¿Novela gráfica? La misma Paula Bonet admite que no sabe cómo definirlo. Pero todo ello además queda cubierto por numerosas referencias literarias de voces cercanas a la autora, desde Clarice Lispector a Sylvia Plath, con el amor, el sexo y la muerte revoloteando como un trágico fantasma: «Cuando empecé a encarar “La sed” ya llevaba un tiempo haciendo un trabajo previo y que estuvo centrado en la lectura de todas estas mujeres, como “La amortajada”de María Luisa Bombal. Todas estas mujeres me salvaron durante un tiempo y empecé a comprenderme a través de ellas. Me he entendido mucho mejor como mujer y creadora gracias a estas mujeres. Por eso, en un primer momento, mi objetivo era realizar un homenaje a todas ellas y que yo llamaba madres».
En «La sed» aparecen varias voces femeninas enfrentadas, contrapuestas y son, pese a la aparente diferencia, parecidas, hasta el punto de formar parte de un mismo mosaico de gran dureza. «En ellas está todo lo que soy. Para mí era muy importante hablar desde la experiencia. No hacerlo de esta forma habría acabado siendo un acto de cobardía. Se nos educa en el miedo a aceptarnos. No hubiera aceptado nunca algo así», concluye la artista y escritora.
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