Nacionalismo

Rebelión de las «donas»: las mujeres de la antigua CDC disputan a Mas la sucesión

Munté, Conesa y Pascal quieren el control de la antigua CDC tras la salida de Puigdemont.

Rebelión de las «donas»: las mujeres de la antigua CDC disputan a Mas la sucesión
Rebelión de las «donas»: las mujeres de la antigua CDC disputan a Mas la sucesiónlarazon

Neus Munté, Marcé Conesa y Marta Pascal quieren el control de la antigua CDC tras la salida de Puigdemont.

Una fuerte división recorre las filas de la antigua Convergència Democrática de Cataluña, ahora rebautizada como PDeCAT. Tras el anuncio de Carles Puigdemont de que no será candidato a la Generalitat, la batalla sucesoria está abierta en el seno del partido.

Frente a quienes apuestan por la vuelta de Artur Mas, algo que él mismo desea según su entorno, un movimiento de mujeres se ha puesto en marcha. Según fuentes convergentes, Neus Munté, Marcé Conesa y Marta Pascal, tres de sus principales dirigentes actuales, aglutinan apoyos y han entrado de lleno en esta liza política. La llamada rebelión de las «Donas», como la definen miembros de la cúpula directiva y cargos municipales, vaticina una lucha soterrada para designar dos cargos clave: la presidencia del Gobierno catalán y la alcaldía de Barcelona. Todo un pulso entre la «vieja guardia» y la «savia nueva» de la formación fundada por Jordi Pujol, ahogada por unos malos resultados electorales y rehén de los antisistema de la CUP.

El horizonte judicial de Artur Mas, citado a declarar el próximo 6 de febrero ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, bajo amenaza de inhabilitación por la consulta del 9-N, aviva este movimiento y obliga al PDeCAT a buscar liderazgos alternativos. Aunque Mas pretende utilizar este hecho para incrementar el victimismo y erigirse en mártir del «procés», muchos opinan que su figura quedará finalmente descartada. Lo mismo ocurre con lo que en el partido denominan «la foto de Oriol Pujol», es decir, la declaración del hijo del ex presidente de la Generalitat ante los juzgados de Barcelona por el caso de las ITV. Aquel día le flanquearon Josep Rull, Jordi Turull y Josep Luis Corominas, lo que según la actual dirección les imposibilita cualquier aspiración. «Hay que dar paso a nuevos líderes», aseguran los neoconvergentes partidarios de una limpia total respecto a los casos de corrupción que han lastrado el partido.

Artur Mas insiste públicamente en no avanzar sus planes, aunque todos en su entorno y la «vieja guardia» opinan que sigue siendo el mejor activo.

Sin embargo, otros sectores apuestan por la «savia nueva» representada por las tres «donas»: Neus Munté, vicepresidenta del PDeCAT y del Govern; Mercé Conesa, alcaldesa de San Cugat del Vallés; y Marta Pascal, coordinadora general y portavoz del partido. El reto es doble, porque Convergencia está huérfana de candidatos a la Presidencia de la Generalitat, donde la figura del republicano Oriol Junqueras aparece en cabeza en todas las encuestas, y al Ayuntamiento de Barcelona, con la amenaza electoral de Ada Colau y los Comunes. Por ello, en la nueva sede del PDeCAT, en la calle Provenza de la Ciudad Condal, lanzan un mensaje: «Necesitamos un rearme ideológico y moral, sin chantajes de los cuperos».

La nueva dirección acusa a Mas y Puigdemont de haberse dejado «colonizar» por los radicales antisistema, que amenazan con no aprobar los Presupuestos.

Cada una de las tres aspirantes tiene su perfil. Neus Munté Fernández, abogada y sindicalista de UGT, concilia a los sectores de Mas y Puigdemont. Fue consejera de Bienestar Social y portavoz con el primero, y es ahora vicepresidenta y también portavoz con el segundo, además de la número dos en el partido. Sus partidarios la ven como una candidata de consenso, pero sus adversarios le niegan un gran peso político. De momento, ella no despeja la incógnita y se limita a decir que quiere «ayudar». Su papel público como cara y voz del Gobierno catalán le facilita presencia pública y un contacto permanente con los medios. Considerada soberanista –aunque su pasado sindical le otorga un marcado perfil social, cercano al PSC–, es partidaria de una consulta pactada y vinculante. Muchos la ven como la mejor opción, tanto a la Generalitat como a la Alcaldía de Barcelona, si Artur Mas vuelve a ser candidato.

Mercé Conesa i Pagés, alcaldesa de San Cugat y presidenta de la Diputación de Barcelona, ejerció como portavoz de Convergència hasta la caída de Mas. Abogada de profesión, apuesta por un proyecto de centro político, en línea con las esencias catalanistas de la antigua CiU, y se integra en el sector menos secesionista, como lo demuestran sus últimas declaraciones en las que consideró «imposible» un referéndum unilateral de independencia. Esto le ha granjeado muchas críticas en el ala más nacionalista, por lo que muchos la ven cómo la candidata con menos posibilidades.

Sus partidarios destacan la capacidad de gestión y su perfil moderado, que podría encajar en la llamada «operación diálogo» liderada por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, una vez que el referéndum unilateral queda descartado legalmente.

La tercera en cuestión es la historiadora Marta Pascal Capdevila, miembro de los «nuevos cachorros» de la actual dirección. Nacida en Vic, tenía seis años cuando ETA ejecutó un brutal atentado en la casa cuartel de esta localidad matando a diez personas, cinco de ellas menores. Ello no le impidió recibir con todos los honores al etarra Arnaldo Otegi en el Parlament de Cataluña, lo que le valió acusaciones de «batasunizar» el partido. Activista soberanista, perteneció a Omnium Cultural y es la actual coordinadora general del PDeCAT, donde sustituyó a Mercé Conesa como portavoz. Se encuadra en el sector más radical del partido y tiene el apoyo de la nueva dirección, pero es contestada por la vieja guardia y algunos cargos locales y municipales. Aunque públicamente nadie quiere calentar la batalla sucesoria y anteponen el referéndum secesionista a unas elecciones, la tesis que gana cuerpo es que la consulta pactada no se podrá celebrar y habrá nuevos comicios, que muchos sitúan en abril o el otoño de este año. En el flanco de ERC, Junqueras también guarda un táctico silencio, sabedor de su victoria en las encuestas pero sin una mayoría suficiente para gobernar en solitario. Ello enrarece aún más el horizonte político catalán, que forzaría a Junqueras a un nuevo tripartito de izquierdas, con el PSC y los Comunes, o a una alianza soberanista con el PDECat y la CUP. Esta opción en Convergència se ve muy lejana, dado su enorme hartazgo con los antisistema. Lo cierto es que en el PDeCAT está ya abierto el proceso y algunos ven necesario un pacto entre Mas y Puigdemont para buscar un candidato de consenso. En la cúpula neoconvergente lo tienen claro: «Los nombres son legítimos, pero la guerra entre familias sería nuestra tumba».