Arte, Cultura y Espectáculos
Las hadas sacan el látigo
Escritores como David Safier o Angela Carter, pasando por Gregory Maguire o Helen Oyeyemi han desacralizado los cuentos infantiles.
Escritores como David Safier o Angela Carter, pasando por Gregory Maguire o Helen Oyeyemi han desacralizado los cuentos infantiles.
Los cuentos de hadas tradicionales tienen una gramática gruesa. Todos parecen escritos en piedra, firmes, rigurosos, sólidos, y por tanto reconfortantes, tanto que no parecen escritos, sino cincelados, como leyes divinas. En un mundo líquido como el actual, tanta solemnidad parece pesada y aburrida, y lo es, pero tambien es vigorizante y cálida. Hay algo vivificador en cumplir con las expectativas, certificar científicamente la ley de la causa y el efecto, saber discernir moralmente lo bueno de lo malo, ver que si un hombre levanta la pierna de la patada delante de la pelota, pues eso, la dará. ¡Oh, eso es maravilloso! Eso son los viejos cuentos de hadas, viejas estructuras, sin sentido en el mundo de hoy, que certifican lo genial de estas estructuras. La literatura contemporánea, por tanto, no es más que la intención de reinstaurar significado a esa estructura.
Desde los años 60 han habido muchos escritores que han subvertido las leyes de estos cuentos de hadas en busca de recobrarles su sentido y devolver significado a su estructura. Porque nadie quiere prescindir de su confort, de leer y volver a creer en la bondad y la hidalgía y la decapitación de los malos. Ah, pero que nadie piense que esto se hace para los niños. Los escritores quieren recobrar los cuentos de hadas para los adultos, ya que los niños están perdidos, son más cyborgs digitalmente amorales que seres humanos, no se les puede salvar ya. Es broma, pero casi no.
El último en apuntarse a la moda de subvertir los cuentos de hadas es el superventas David Safier, que regresa a la comedia subversiva con «Colorín, colorado, tú» (Seix Barral/Empúries en catalán). El libro narra la historia de Nellie Oswald, una joven que dibuja a su príncipe azul en un cuaderno sólo para descubrir, al día siguiente, que ese príncipe ha cobrado vida. Juntos empezarán una serie de aventuras por el Berlín contemporáneo, él como si fuera un inmigrante más en una tierra extraña, y ella como una mujer obligada a tomar el control, ser la heroína de la historia, y rescatar al pobre y perdido príncipe.
¿Subvertir los cuentos de hagas se limita a desplazar roles y cambiar el punto de vista? No, pero ayuda, y Safier lo hace estupendamente. «Siempre me fascinaron estas historias universales, ejemplos de control y proyección del poder, y pensé que ahora era mi turno. Sobre todo me interesaba humanizar la figura del héroe», señala Safier. Para esto se sirve de la cultura pop y nos presenta al verdadero héroe de Nellie, a su verdadera musa e inspiración, el pato Donald. «No me interesan los héroes sin fallos, tipo Jon Snow o Harry Potter. Me fascinan los tipos que pueden ser vagos, caprichosos, egoístas, pero que son capaces de elevarse de sus vicios y convertirse en héroes por las circunstancias», señala el autor de «Maldito Karma»
La gran desacralizadora del cuento de hadas es la genial Angela Carter. Editoriales como Impedimenta y Sexto Piso acaban de recuperar todas sus historias subversivas como «La cámara sangrienta», «Cuentos de Hadas» o la antología de sus cuentos completos «Quemar las naves». Por supuesto, hay un componente político y reivindicativo en estos textos, pero más allá del feminismo está el talento para hacer creer que, si levantas la pierna de la patada delante de la pelota, pues no la das, sino que nacen tigres. Espectacular.
Otro talento, mucho más joven, que ha dado vida a la reinvención del cuento de hadas es Helen Oyemimi. En «Boy, snow, bird. Fábula de tres mujeres» (Acantilado) da una vuelta de tuerca al machista mito de Blancanieves. O Gregory Mguire, autor de «Wicked», que en «Confesiones de la fea hermanastra» vomita una nueva versión de Cenicienta. Aunque, los interesados en este subgénero, han de leer primero «La bruja debe morir» (Debate), ensayo de Sheldon Cashdan que muestra cómo los cuentos de hadas influyen a los niños. ¿A estos niños, cybors digitales? Sí, incluso a ellos. Por favor, que nadie les quite los cuentos de hadas.
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