Investigación Médica
«Las nociones de excelencia están sesgadas a favor de un tipo de investigación»
Ismael Ràfols, de la Universidad Politécnica de Valencia y autor del estudio ‘¿Responde la investigación a las necesidades de salud?’, asegura que «el criterio principal para la financiación es si la investigación es considerada por los pares científicos como de calidad, pero lo interesante sería que los agentes sociales discutieran sobre qué tipo de investigación se ha de hacer»
Muchos son los avances en materia sanitaria que se han producido en los últimos años gracias a la investigación, pero, a la hora de comparar el impacto de cada enfermedad con la intensidad de la investigación que se le dedica, ¿responde ésta a las necesidades reales de salud?. Para resolver esta cuestión, el Observatorio Social de 'la Caixa' ha elaborado un estudio que apunta a importantes desajustes entre esfuerzo y necesidades.
–Para ponernos en contexto, ¿podría ofrecer una visión general respecto a la inversión que se realiza hoy en día en investigación en el ámbito de la salud?
–Es muy difícil tener una visión general porque los fondos de investigación salen de una serie de inversiones distintas. No se sabe bien, ni aquí ni en casi ningún sitio, cuánto dinero se gasta en temas específicos de investigación. Comono tenemos esos datos, lo que hemos hecho es tomar los datos acerca del tipo de investigación que se publica. Así, a partir de lo que se publica tenemos una estimación de cuánta investigación hay y en qué enfermedades.
–¿Responde esta investigación a las necesidades de salud?
-Los datos de publicación se pueden comparar con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre las estimaciones de la carga de enfermedad. En estas estimaciones lo que se mira son los años de vida perdidos a causa de la enfermedad ajustados a la discapacidad. Lo que vemos es que muchas enfermedades infecciosas como la tuberculosis o la malaria tienen una carga de enfermedad mucho mayor en comparación con la cantidad de investigación que se hace y la razón es que, como la mayor parte de la investigación, el 80% o 90%, se realiza en países desarrollados, en los que este tipo de enfermedades tienen un carga relativamente pequeña, hay poca investigación en estas enfermedades, aunque tengan un carga muy importante a nivel global. Además hay que añadir el factor de que las farmacéuticas no tienen incentivos de mercado para investigar sobre estas enfermedades. Por otro lado, la sorpresa es que también hay enfermedades como el ictus o la depresión que tienen una carga de enfermedad bastante más alta que la cantidad de investigación que se realiza, tanto en países ricos como en países pobres. Hay una gran variedad de razones por las que hay aparentes desajustes entre impacto de una enfermedad e investigación y nuestra idea no es decir qué hay que hacer, sino que se trata de plantearse si habría que reorientar las agendas de investigación.
-Pero cuando ustedes analizan los criterios sobre los que se están decidiendo en la actualidad las prioridades de investigación, ustedes apunta a una cuestión de 'moda'.
-Los factores de priorización son diversos, pero quizá el principal es la inercia. Una vez una enfermedad, como ciertos tipos de cáncer, es muy importante en el sistema de investigación, hay como una inercia a que continúe siendo importante. Hay tipos de enfermedades y estilos disciplinarios de investigación que son vistos como investigación de excelencia, mientras que aproximaciones más de salud comunitaria o de entender los determinantes sociales de la enfermedad
tienen menos oportunidades de aparecer en las revistas de excelencia. Es decir que, cuando hay una priorización de acuerdo con criterios supuestamente de excelencia, hay un sesgo hacia el tipo de ciencia que ha sido más importante en los últimos años
-¿Somos sensibles a lo que sucede en los países más desfavorecidos?
- Hay una sensibilidad respecto a la importancia de la salud global, respecto a las enfermedades de los países en desarrollo. En España y en Europa hay mucha más investigación en enfermedades infecciosas de lo que es su carga de enfermedad, pero aún así, esta investigación no compensa las necesidades que hay. El 80% o 90% de la investigación se lleva a cabo en los países más ricos, que representan en torno al 15% o 20% de la población mundial, con lo que la investigación que se publica está muy centrada en los países ricos y aunque hagan un esfuerzo, este esfuerzo no compensa el desajuste.
–¿En qué criterios habría que basarse para que la investigación responda a las necesidades reales de salud?
-Nosotros tenemos la respuesta. Lo que proponemos es que empecemos por hacernos la pregunta sobre cómo se prioriza la investigación. ¿Habría que destinar más recursos a ciertas enfermedades y quizá también a ciertas aproximaciones de investigación?; por ejemplo, ¿menos investigación en terapias y más investigación en prevención o también en aproximaciones sobre los determinantes sociales de las enfermedades?. Desde el punto de vista de la epidemiología, hay estudios que sugieren que sería más importante tener ese tipo de investigación. Sería interesante que los agentes sociales -no solamente los investigadores, sino también los médicos, las enfermeras , las asociaciones de pacientes...- discutieran sobre qué tipo de investigación se tendría que hacer. La investigación se beneficiaría de las diferentes perspectivas de los distintos agentes sociales. El criterio principal ahora mismo para la financiación es lo que se llama la excelencia, es decir, si la investigación es considerada por los pares científicos como de calidad, pero eso tiene el problema que investigaciones diferentes son imposibles de comparar. ¿Cómo comparar la calidad de la investigación en epidemiología y la investigación en biología molecular?. La percepción es que las nociones de excelencia están sesgadas a favor de un tipo de investigación, relacionada con las terapias y la biomedicina, y no se hacen esfuerzos suficientes de investigación en otras aproximaciones más contextuales, relacionadas con la salud comunitaria
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