Teatro

Danza

Libertad de expresión y pensamiento en la danza

El coreógrafo Sidi Larbi Cherkaoui une a cinco bailarines de disciplinas diferentes en la impactante «Fractus V»

Los cinco bailarines que conforman el elenco son Sidi Larbi Cherkaoui, que vuelve a bailar tras cinco años, Fabián Thomé Dutena, Johnny Lloyd, Patrick «Two Faces» Williams, y Dimitri Jourde, aquí mezclados en uno
Los cinco bailarines que conforman el elenco son Sidi Larbi Cherkaoui, que vuelve a bailar tras cinco años, Fabián Thomé Dutena, Johnny Lloyd, Patrick «Two Faces» Williams, y Dimitri Jourde, aquí mezclados en unolarazon

Sidi Larbi Cherkaoui es uno de los coreógrafos más admirados y perseguidos de la actualidad. Es también un lector acérrimo, defensor del imperativo de la libertad del pensamiento, seguidor de las doctrinas de Noam Chomsky de saber calibrar la información o Alan Watts, el autor de «El camino del zen» y experto orientalista. ¿Con estas bases se puede crear una coreografía que llegue al espectador y emocione por su potencia y belleza? Si hablamos de Cherkaoui, hablamos de talento, y si hablamos de talento, todo es posible. Ejemplo de esto es «Fractus V», su último espectáculo.

El Mercat de les Flors acoge hasta el 17 de enero este «Fractus V», trabajo que intenta unir en un único cuerpo a cinco diferentes lenguajes coreográficos. Sidi Larbi Cherkaoui, como representante de la danza contemporánea; Dimitri Jourde, como vituoso del circo; Johnny Lloyd como especialista en lindy hop, origen del swing; Fabián Thomé Dutena, bailarín en sus inicios de la compañía de Joaquín Cortés, es el experto en flamenco; y Patrick «Two Face» Williams ha crecido alrededor del hip hop y el breakdance. Cada uno parte de su propio estilo para fusionarse cone l de los demás y crear una pieza conjunta que hable a la vez por todos.

El espectáculo nació como una creación homenaje para el 40 aniversario de la Wuppertal Tanztheater de Pina Bausch, una de las protectoras de Cherkaoui en sus orígenes, pero pronto se hizo más grande y ambicioso. «Empezamos siendo cinco individuos que, a través de nuestra libertad de expresión, nos acercamos unos a otros, hasta formar un único cuerpo y un único lenguaje», explica el coreógrafo.

Cherkaoui lleva quince años colaborando con diferentes creadores, desde María Pagés a Akram Khan o Damien Jalet, y su paleta de colores no ha dejado de crecer. Es consciente de sus orígenes, pero sabe que a partir de allí el objetivo es abrirse y conquistar cuantos más territorios mejor. «Me gusta la metáfora de la langosta, que ha de atravesar su propia piel y liberarse para poder crecer. Esto es lo que intentamos hacer, ir más allá de nuestras propias fronteras, ampliar nuestro punto de mira», señala el creador.

Claro que poner de acuerdo a cinco diferentes individuales no es algo que salga natural, requiere trabajo y sufrimiento. «Podría decirse que hemos trabajado como una democracia, cada uno señalando lo que creía que era lo correcto y creando un espectáculo coral y conjunto», dice.

La violencia siempre ha sido un factor importante en las creaciones de Cherkaoui, y en esta también aparece, pero más atenuada. Sin embargo, mientras preparaban la pieza, ocurrieron los atentados en París, y algunos fragmentos de la obra cobraron un nuevo sentido. «Lo que sé de los atentados lo sé por un amigo bailarín que estaba a dos metros de uno de los terroristas cuando empezó a disparar. No sé nada por los medios, sólo sé que mi amigo pasó una semana llorando intentando comprender cómo puede pasar algo así», confiesa el coreógrafo.