Conciertos
Los festivales veraniegos de música clásica se reinventan
En los últimos años, los festivales veraniegos de música clásica han hecho que los melómanos tengan que pensar mucho y bien a qué conciertos acudir gracias a la sobredimensión de la oferta. La voluntad general es triple. Primero, involucrar a la población local, hacer «suyo» el festival y asegurarse un público cómplice. Segundo, conseguir una fuerte identidad propia, que los distinga del resto y atraiga al público nacional. Y tercero, y más difícil, conseguir convertirse en un acontecimiento que pueda marcarse dentro del circuito internacional de festivales. Cada uno de los festivales trabaja en busca de este efecto imán que los dé más visibilidad y les permita, al menos, ser sostenibles.
Los retos son grandes. Con el problema del 21 por ciento del IVA, el descenso generalizado de público y la gran oferta muchos han reiventado su estructura. Éste es el caso del Festival Internacional de Música de Santa Cristina d'Aro. Este año concentran su actividad en una semana, del 17 al 25 de agosto, y apuestan por un formato que no se limita a acoger a artistas en gira, sino que contrata a músicos en residencia que, durante la semana, viven en la población y proponen conciertos que no se verán en ningún otro lugar. «Los músicos tocan, ensayan, tienen intercambios de ideas, hacen conferencias en Santa Cristina y así podemos ofrecer algo único y especial, que va más allá del simple concierto», comenta Santiago Coll, presidente del Fòrum d'Iniciatives Cultural, organizador del certamen.
El concierto inaugural estará protagonizado por Ari Malikian, pero también contará con músicos como Josep Maria Colom o Adrian Pinzaru. Además, se abren por primera vez al jazz y presentan conciertos en la calle.
Otro de los clásicos que se reinventan es el Festival de Torroella de Montgrí, que en su 33 edición estrena auditorio, renueva su imagen, busca nuevos públicos y crea una sección OFF en el Estartit con conciertos populares a 5 u 8 euros. Con un presupuesto de 474.000 euros, un 14 por ciento menos que el año anterior, también abren una programación infantil para crear nuevos públicos. «Educación y cultura han de ir de la mano, es una prioridad volcarnos en los más jóvenes», afirma Montse Faura, nueva directora del certamen. Ute Lemper, Uri Caine y Elisabeth Leonskaya serán sus reclamos.
Otro de los ejes por los que apuestan estos festivales es la especialización. La Shubertiada de Vilabertrán, con entradas entre 40 y 55 euros, y una apuesta por los abonos, mantiene su oferta con doce conciertos, y el regreso del barítono Mathias Goerne, después de su triunfal actuación del año pasado, como gran reclamo. Además, acaba de nacer el Festival de Música Antiga de Poblet, auspiciada por Jordi Savall y el Festival de örgano de Montserrat llega a su tercera edición con Urich Böhme interpetando a Bach.
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