Los Mossos insisten en tener más pistolas eléctricas

Fue un nuevo arresto difícil, violento y con trágico final. La autopsia confirmó que Víctor Gallego, el hombre de 39 años que murió tras ser reducido por la Policía Local de Cunit y los Mossos d’Esquadra. Es la segunda vez que agentes de la Policía Autonómica se ven involucrados en un caso similar, el arresto de una persona violenta y que se resiste. La autopsia confirmó que el hombre murió de un infarto. Tenía numerosos antecedentes delictivos.

Teniendo en cuenta el citado antecedente, el empresario Juan Andrés Benítez, que falleció en 2013 tras otra reducción, los sindicatos policiales reaccionaron ayer. Concretamente, el Sindicato de Mossos d’Esquadra (SME) volvió a pedir pistolas eléctricas para poder actuar en casos de reducciones complejas. Consideraron que se trata de una herramienta «idónea para el bien de todos», de las personas a las que se les va a detener y de los propios agentes.

Según señaló SME, los agentes se tienen que enfrentar en «infinidad de ocasiones» a personas con una actitud «muy violenta y agresiva», por lo que la única manera de reducirlos es el «cuerpo a cuerpo», que, según dijeron, es lo que ocurrió el lunes en Cunit. «Dos, cuatro o seis agentes –en esta ocasión fueron cinco– acaban encima de una persona haciendo servir la fuerza para reducir y esposar a una persona. Y según cómo, ni así pueden. Persona que, ante su resistencia, acabará en el suelo y llevando su cuerpo al límite para no ser reducido», remarcaron.

La pistola eléctrica es un arma diseñada para incapacitar temporalmente a una persona, mediante descargas. El modelo más conocido es el taser. Las descargas son de escasa intensidad, y no son letales para el cuerpo.

Sin embargo, la petición del SME tiene un problema. El conseller de Interior, Jordi Jané, aceptó en febrero una propuesta de la CUP de hablar «en términos políticos y no policiales» la compra de 130 pistolas eléctricas que tenía que haber hecho efectiva antes de que finalizara 2015, por petición del cuerpo.