Cataluña
Mas condiciona la celebración del 27-S a que se cumpla la hoja de ruta firmada con ERC
"Si no cambia nada mantendré lo que se dijo en su momento"
El presidente de la Generalitat dice que convocará las elecciones previstas para el 27 de septiembre siempre que se cumpla el pacto firmado en enero por CiU, ERC y las entidades soberanistas.
Hasta ayer, cuando Alicia Sánchez-Camacho o Albert Rivera buscaban las cosquillas a Artur Mas poniendo en duda que el 27 de septiembre habrá elecciones autonómicas en Cataluña, el president de la Generalitat replicaba con un rotundo «por supuesto que habrá elecciones». Era una pregunta recurrente en la sesión de control al president de la Generalitat. La oposición disfrutaba provocando a Mas y éste dando a entender que no había ninguna razón por la que no convocar elecciones el 27-S. Pero ayer, el propio president de la Generalitat sorprendió a propios y extraños con un cambio de guión. A la pregunta de si habrá elecciones después del verano, respondió con un «previsiblemente», porque «de aquí a septiembre pueden pasar muchas cosas».
En una entrevista a la televisión de El Punt Avui,el president dejó entrever en sus respuestas que las decisiones partidistas de ERC han colmado su paciencia. Aunque no concretó qué actuaciones de sus socios le han fastidiado, comentó que «hay un acuerdo firmado en el mes de enero –en el que se comprometen a avanzar elecciones el 27-S–, que también es un acuerdo de estabilidad, y yo alguna queja tengo, porque se pierden algunas votaciones que van en detrimento de este acuerdo de estabilidad que no se cumple al cien por cien ni en todo momento».
Pese a que Mas no hurgó en la herida con detalles de estas votaciones, la hemeroteca no engaña. A CiU le molestó sobremanera que ERC se desmarcara de la federación y obligara a Mas a comparecer en la comisión del «caso Pujol». Tampoco le hizo gracia que con su abstención el Parlament reprobara las políticas del conseller de Salud, Boi Ruiz.
Las elecciones municipales del 24 de mayo no ayudan a que la relación entre CiU y ERC, de aquí hasta el 27-S, sea un camino de rosas. Unió se ha reservado apoyar la hoja de ruta soberanista, pero tanto a Duran Lleida como a Mas les interesa ir juntos, sobre todo, para tratar de preservar la alcaldía de Barcelona. Y Esquerra, que rechazó la idea de sumarse a la lista unitaria de Mas, quiere marcar perfil propio. Que los ciudadanos no confundan sus políticas con las de CiU. Al fin y al cabo, aunque ambos sean ahora partidos soberanistas, unos son de izquierdas, otros de centro-derecha y los republicanos no quieren cargar con los recortes sociales ni con los casos de corrupción que pesan sobre CiU.
El propio Oriol Junqueras replicó a Mas que su partido «no contempla otra que cumplir el acuerdo», para que los ciudadanos «puedan decidir con su voto el futuro del país». Aunque hábilmente devolvió a Mas la responsabilidad de no romper el acuerdo, para justificar sus últimas decisiones y defenderse de las acusaciones de CiU, que pone en duda su lealtad, afirmó que «nadie nos hará estar a favor de la corrupción y la injusticia». La lealtad entre ambos partidos se verá tras el 24-M, si respetan la lista más votada y ERC cumple con la cláusula –no explícita– antitripartito.
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