Caso Palau
Mas se exculpa del «caso Palau» y apunta a los ex tesoreros de CDC
Artur Mas recurrió a un clásico, al archiconocido aforismo de Sócrates, «sólo sé que no sé nada», como estrategia para eludir responsabilidades durante su comparecencia ante el Parlament para rendir cuentas sobre el «caso Palau». Después de que el juez que investiga el expolio del Palau de la Música concluyera que CDC recibió 5,1 millones en comisiones de Ferrovial, a través de la institución musical, el president de la Generalitat compareció ayer presionado por la oposición.
Llegó con un guión estudiado y no se lo saltó, pese a la metralla en forma de preguntas que disparó la oposición. Eso explicaría por qué de la cincuentena de interrogantes que se le acumularon sobre la mesa, apenas respondió cinco. Se ciñó en dejar claro que no controlaba las cuentas del partido, durante el último gobierno de Jordi Pujol –parte del periodo en que CDC se habría financiado ilegalmente–, pese a haber ocupado el cargo de secretario general. Como argumento adjuntó que desde los años 90, CDC separó la dirección de las finanzas de la política, de tal manera que el tesorero «podía hacer lo que quería (...) sólo tenía que rendir cuentas una vez al año». Es más, añadió que el entonces ex tesorero, Daniel Osàcar, imputado en la causa, «tenía tanto poder que hasta podía venderse el patrimonio del partido sin consultar», dejando a la oposición estupefacta.
Mas abonó el terreno de cara a una sentencia condenatoria. Si el juez dictamina que hubo una trama de financiación ilegal, dirá que la culpa era de los ex tesoreros –Osàcar y el fallecido Carles Torrent– y que ningún miembro de la dirección actual está imputado. Pero su argumento no convenció. El ecosocialista, Joan Herrera recogió el sentir de la oposición con esta frase: «No me creo que un experto en presupuestos ignorara un ingreso de 5 millones».
Mas respondió a las presiones para que se vaya, si se demuestra que CDC se financió ilegalmente, retando a la oposición a presentar una moción de censura. «Yo no dimitiré, porque ni estoy imputado ni soy responsable de las finanzas del partido», replicó molesto. Confió en que ERC le salvará, tras considerar que la petición es «exagerada». En cambio, prometió devolver «hasta el último céntimo» si se derivan responsabilidades. Aunque reconoció que se reunió con Fèlix Millet, cuando «todo el mundo le daba medallas», el guión de su defensa también niega un trato de favor a Ferrovial. Alegó que la investigación no ha detectado irregularidades en los concursos y pidió respeto a la presunción de inocencia.
El president estuvo respaldado por la vicepresidenta, el conseller de la Presidencia y una veintena de parlamentarios de CiU, inclusive los imputados Oriol Pujol, Xavier Crespo y Ferran Falcó.
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