El desafío independentista
Mas usa la fiesta de Sant Jordi para pedir unidad por el derecho a decidir
El president proclama que Cataluña quiere ejercer su autogobierno «sin tutelas» de nadie. CDC apuesta por refrendarle como líder para no desatar la guerra sucesoria en el partido.
Cualquier excusa es buena para lanzar llamamientos centrados en el denominado «derecho a decidir». Ayer, día de Sant Jordi (patrón de Cataluña), Artur Mas se sacó de la manga una inédita declaración institucional que le sirvió para volver a traer a colación el proceso soberanista. Desde la galería gótica del Palau de la Generalitat, Mas se dirigió a los catalanes para realzar el momento histórico que atraviesa Cataluña y para apelar a la unidad ciudadana. «Esquivaremos mejor las espinas del presente y curaremos mejor sus rasguños si lo hacemos juntos», dijo el president, trazando una de sus previsibles metáforas, en esta ocasión valiéndose de las caraterísticas rosas de Sant Jordi.
A pesar del carácter festivo, cívico y cultural de la diada de Sant Jordi, el presidente de la Generalitat no dudó en usar un día tan simbólico para poner en primer plano el proyecto estrella de su legislatura. Tan siquiera las dudas que genera su rumbo –no sólo a nivel español, sino también europeo–, sirvieron de freno a Mas, que insistió en que no hay otra ruta posible que la que conduce a la autodeterminación.
«Los grandes procesos que se plantea nuestro país son los que hay que emprender porque los reclama una gran mayoría de la sociedad», subrayó. En su opinión, sólo la consulta soberanista permitirá a los catalanes disfrutar de un pleno bienestar. «Tenemos un gran potencial, ahora retenido por falta de instrumentos. Es por esto que planteamos ejercer nuestro derecho a decidir: porque queremos que nos dejen cuidar de nuestra rosa, sin más tutelas que las que nosotros escogemos», afirmó.
«Hasta el estado propio»
Tras su alocución, Mas asistió a la tradicional misa que cada año se celebra en el Palau de la Generalitat y, a continuación, recorrió algunas calles de Barcelona en compañía de su esposa, Helena Rakosnik, a quien obsequió la biografía «Espriu, transparent» (Proa), ya que este año se celebra el centenario del nacimiento del poeta.
En paralelo, la sede de Convergència acogía un maratón de lectura con textos, también centrados en la figura de Salvador Espriu. Lo cierto es que los gustos de Mas y de Convergència siguen siendo los mismos y, por lo que ayer explicó el secretario de organización de CDC, Josep Rull, así seguirá siendo dentro de un tiempo porque los convergentes desean que su líder no se retire «hasta llegar al Estado propio».
Con esta declaración, Convergència trató de cortar de raíz las aspiraciones sucesorias que se han desatado en el partido desde que Mas dio a entender que ésta sería su última legislatura. «Una vez que Catalunya haya conseguido los objetivos que persigue, yo no me volveré a presentar a unas elecciones», dijo el president en el último debate de política general.
Pero los convergentes temen que la lucha por relevar a Mas desestabilice el partido y han llegado a la conclusión de que la mejor solución es no hacer cambios en una época donde sobran turbulencias. «El president ya dijo que daría un paso atrás cuando culminase el proceso y éste no culmina con la consulta, sino con el Estado propio», matizó Rull.
El secretario de organización destacó que la apuesta por Mas cuenta con un «nivel amplísimo de consenso» en el partido, desmintiendo así las informaciones que señalan una creciente división en torno al líder y su quebrado «núcleo duro» de dirigentes que le rodea.
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