Festivales de Música

Nueva York-Londres-Primavera

The Strokes y Underworld despiden un Festival que definitivamente ha encontrado su formato ideal

Julián Casablancas fue el centro de todas las miradas en el concierto de The Strokes
Julián Casablancas fue el centro de todas las miradas en el concierto de The Strokeslarazon

The Strokes y Underworld despiden un Festival que definitivamente ha encontrado su formato ideal

Un domingo por la mañana es una cosa, y un domingo por la mañana después de un Primavera Sound es algo totalmente diferente, y no nos referimos a un simpático miércoles tarde, sino algo así como una nariz tras el puñetazo fatal de un gorila. Así de exhausto. Sin embargo, quedan muchas cosas que vale la pena recordar. La noche del sábado, por ejemplo, fue un viaje Nueva York-Londres-Primavera, uno de esos viajes que se han hecho mil veces, pero que no molesta repetir. Empezaron Interpol, cuyo melodrama oscuro y joydivinesco, esto es, derivado de Joy Division, lució bien, a pesar de que la familiaridad le resta potencia. Su líder, en un perfecto castellano, ofreció toda una lección de cómo comportarse ante 50.000 personas y qué diablos, canciones como «Chemistry» o «All the rage back home» suenan de fábula.

Quien, como buen rebelde sin causa, le importan un bledo las lecciones, fue a Julian Casablancas. The Strokes no estuvieron a la altura de las expectativas, pero tampoco eran muy altas, así que no estuvieron tan mal. En las notas del colegio, pondrían: «problemas de actitud», pero les aprobarían. En el año 2.000, ese pasotismo y desdén por cualquier cosa, pues quedaba muy «cool» y poético. En el año 2015, viejos y con problemas de tiroides, ese pasotismo y dejadez más que «punk» o «cool» son de «¡patapunk!» en el cuuulo. El repertorio fue genial, con «Someday», «Last night», «Reptilia» o un «Juicebox» que volvió loco al público y demostró que con un poco más de voluntad, estos chicos tendrían un genial directo.

El viaje crepuscular hasta el final de la noche continuó con Underworld y su repaso por el seminal disco «Dubnobasswithmyheadman», o cómo el tecno de los 90 llegó a cotas insospechadas, tan insospechadas que en el 2015 ya nadie las encuentra. Pero fue un concierto de tónica ascendente, y tras un aburrido interludio con balada y guitarra incluidas, llegó un final de fiesta increíble con hitos como «Cowgirl» o «Rez», que llevó al público al infinito y más allá, más o menos por Alicante. Cerraron el concierto con «Born Slippy» y aquello ya fue felicidad nostálgica pura. Hace 20 años de «Trainspotting» nada menos.

Después de regresar a Barcelona por unos minutos con John Talabot y sus lecciones magistrales de «house funk» en una pequeña carpa al lado del mar, llegamos a Canadá. Caribou cerraba los grandes conciertos de Primavera y en el escenario Ray Ban no cabía ni un alma más. Lo intentaron, lo intentaron, intentaron que cupiera una más, pero lo único que consiguieron fue matar al amor fraternal, la paz, el cariño, y al canario que un irlandés llevaba en el bolsillo de la chaqueta. Aún así, Dan Snaith, demasiado rígido y frío, no consiguió dar empaque y viveza a sus gloriosas canciones. Estuvieron muy bien, pero no fueron memorables, ¡y eran las tres de la mañana!, por qué no íbamos a aspirar al memorable, por qué contentarse con el «psse» o el «mmm». Por suerte, quedaba el tradicional fin de fiesta con Dj Coco para recuperar el ánimo y despedir cuatro jornadas agotadoras y memorables. Hasta el año que viene.