Educación

Prioridades

La Razón
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Siempre hay que priorizar, pero cuando los recursos son escasos, todavía con más razón. Esta reflexión me surgía durante la visita a una centro, El Llindar en Cornellà, que centra su actividad en educar a unos jóvenes que, como dicen ellos de si mismos, ¡«Seño» nosotros somos unos jóvenes conflictivos!

El equipo directivo explicaba, con pasión y preocupación, como estaban aguantando el proyecto educativo, cuando este mes de diciembre estaban cobrando lo que debían haber recibido el pasado mes de septiembre.

Su mayor preocupación, después de la necesidad de recibir los recursos prometidos para funcionar, no era el dinero. Era que, esa falta de pago, no se debiera a las dificultades presupuestarias sino a la falta de sensibilidad social. Que su problema no se debiera a la política macroeconómica europea, sino a que las prioridades de los responsables políticos de aquí no estén bien enfocadas. Que lo que se declara, no es lo que se piensa, porque la práctica no coincide.

Poner al final de la lista a los que están al final de la cola en la vida puede resultar más cómodo y fácil, pero no mejor. Porque la crisis no lo justifica todo, ni todos los recortes y además agrava los problemas.

Mejorar lo global no resuelve lo específico. Puede hacer que haya menos problemas individualizados, pero no los evitará. Por ello, las prioridades deben contemplar que haya cobertura para los casos extremos, si se quiere conseguir que el resto se sienta participe de una sociedad donde valga la pena esforzarse para mejorar individual y colectivamente. Sin esas prioridades viviremos en una selva civilizada, pero seguirá siendo una selva al fin y al cabo.