Partidos Políticos
Puigdemont o los cien días de desconexión con la CUP
El sucesor de Artur Mas ha dedicado sus tres primeros meses a sofocar la brecha en el independentismo
El sucesor de Artur Mas ha dedicado sus tres primeros meses a sofocar la brecha en el independentismo
Carles Puigdemont cumple este martes cien días como presidente de la Generalitat. Artur Mas se sacó a Puigdemont de la chistera cuando el tiempo para investir a un president expiraba, cuando apenas faltaban 48 horas para la convocatoria automática de elecciones. El ex alcalde de Gerona aceptó el cargo sin tiempo a pensárselo mucho. Asumió que tendría de socios a ERC en el gobierno y a la CUP en el Parlament y asumió que un presidente imprevisto como él solo puede durar un mandato (de 18 meses). Controlar a sus presuntos aliados ha centrado buena parte de sus esfuerzos en un primer trimestre en el que la épica de Mas se ha desvanecido y en el que la promesa iniciática de Puigdemont de culminar «con éxito» el proceso soberanista se ha visto secuestrada por la ruda acción política de la CUP.
El pacto de Junts pel Sí (CDC y ERC) y la CUP establecía que los anticapitalistas no podían votar junto al resto de la oposición en asuntos que comprometieran la estabilidad de la coalición de gobierno. Para asegurarse ganar todas las votaciones relativas al proceso, la CUP se comprometió a ceder dos diputados a JxSí que debían incorporarse en la dinámica del grupo parlamentario. Pero en el día a día los dos diputados de la CUP se reúnen una vez a la semana con dos diputados de JxSí para detectar posibles desacuerdos que no siempre se resuelven. (Véase la moción que pedía revertir la privatización de Aigües Ter Llobregat).
En temas que no comprometen el proceso, incluso los partidos que integran la coalición han votado divididos sin que Puigdemont haya podido imponer su autoridad. CDC y ERC votaron distinto la petición para derogar la reforma laboral y para retirar el monolito franquista de Tortosa. Estas discrepancias no pasaron de la anécdota. Pero donde la CUP sí ha tensado la relación con Junts pel Sí fue con la moción que ratificaba la declaración soberanista del 9-N suspendida por el Tribunal Constitucional.
El desplome en las encuestas
El objetivo de esta legislatura, mayor incluso que el de desarrollar las tres leyes de ruptura (Hacienda propia, Seguridad Social y ordenamiento jurídico) es ampliar la base independentista. Y el último barómetro del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat alerta de que la coalición de JxSí pierde casi cuatro puntos y de que la CUP también retrocede. Lo más alarmante para los soberanistas es que no sólo no alcanzan el 50 por ciento de los votos, sino que podrían perderla mayoría absoluta en el Parlament.
Nada indica que la relación de JxSí con la CUP vaya a ser más fluida en adelante. La persistencia de la CUP por introducir su ideario de desobediencia en la dinámica parlamentaria pone en peligro el acuerdo de estabilidad. Exige de nuevo desobediencia a las consignas del Estado y a las sentencias del TC, un actitud de confrontación directa con el Gobierno que disgusta a Puigdemont, que es partidario de no dar pasos en falso.
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