Europa

Lisboa

“Revindico el derecho a quedarse al margen, a no estar siempre al día”

Publica “Tus pasos en la escalera”, una ficción que reclama el sosiego y retrata nuestro mundo con sus signos de apocalipisis

El escritor Antonio Muñoz Molina
El escritor Antonio Muñoz Molinalarazon

J. Ors -

a rebeldía hoy no es la protesta en multitud, la vida en plural, sino el retiro del mundo para organizar un pensamiento propio, ajeno a las interferencias sociales y el ruido mediático. Antonio Muñoz Molina regresa a esa ciudad tótem de su literatura, que no es Nueva York, sino Lisboa, para sacar el retrato de un Montaigne contemporáneo en «Tus pasos en la escalera» (Seix Barral). Un hombre que surge del incendio bursátil del capitalismo y contempla este fin del mundo que es hoy desde los balconajes de su encierro.

Su protagonista se retira.

Es una idea moderna, pero con una larga tradición. Epicuro, Fray Luis de León, Horacio ya hablaban de esa experiencia. Tiene una tradición literaria y filosófica en Oriente y Occidente. Ahora existe una aceleración espantosa. Yo reivindico el derecho a quedarse al margen, no estar al día en cada momento. Es un derecho humano. Mi personaje vive con ese deseo.Tiene el concepto oriental de una refinada pobreza, que suena rara en Europa. Esa sencilleza y despojamiento es un sueño humano que cada vez es más perentorio, porque escribir, leer o ver un cuadro necesita soledad, concentración y cierta lejanía.

Esa vida modesta contrasta con la abundancia que se vende en esta sociedad.

El otro día vi un anuncio que decía: «No hay más límite que el que quieras imponerte». Eso no es verdad. No existe nada ilimitado. Ni siquiera nuestra vida. Para que alguien no tenga límites en sus caprichos otros tendrá límites en sus necesidades. Eso de que tienes derecho a todo y en cualquier momento es una falacia que viene del Mayo del 68 y la publicidad.

¿Entonces?

Tendremos que limitar esa publicidad y defenderse activamente, igual que tienes que defenderte de regalarle datos íntimos a Facebook para que comercia con ellos. Es una rebeldía ciudadana que tiene que llegar.

El 11-S aparece en su novela. ¿Cambió el mundo?

Sí. Pero más que el ataque a las Torres Gemelas, la respuesta desmesurada de EEUU. No era inevitable que ese ataque desatara lo que desató: la guerra de Afganistán y, sobre todo, Irak, unos años después. No era una consecuencia necesaria.

A su protagonista le gusta lo manual, pero todos vivimos delante de pantallas.

Y me parece aterrador. Creo que va a haber un despertar. Escuché a un experto de lo último que aseguraba que el recelo hacia la tecnología era una prueba de ser viejuno. No es cierto. Hay peligros a los que hay que enfrentarse. Las «Fake News» no son una tontería. Y eso tiene que ver con la tecnología, que venden como si fuera una fuerza espontánea natural, pero la tecnología está al servicio de quien manda, de sus dueños. No es una fuerza abstracta. Es algo que usan las empresas monopolísticas, con un poder desmedido que no ha tenido ningún gobierno o empresa antes. Su finalidad es saquear nuesta intimidad con la intención de enriquecerse.

¿Saquear?

Facebook, Google, Amazon, que son los señores del mundo, tienen más dinero que nadie nunca. Y como son ricos, además les regalamos lo más preciado, nuestra intimidad, para que lo vendan. Es alucinante. Y todos tan contentos.

–Ni Orwell.

Fíjate lo que pasa en China. Gracias a la tecnología está logrando un nivel de control y represión de la población que Stalin no soñó nunca. Por eso, el sueño de escapar, refugiarse en otro lado, no porque quieras volver a un mundo antiguo, sino porque quieres ser libre y una persona autónoma, no un apéndice de Google y Facebook, que toma tus datos y se lo vende a Trump o Putin.

–En su libro asoman las finanzas y la economía actual.

El mundo se basa en la ruptura del acuerdo social de la posguerra. El ciudadano funciona mejor en la economía de mercado que en la planificada. Pero esta economía de mercado necesita una dimensión de resdistribución social y el control de las instituciones democráticas. Esa libertad de mercado y apertura comercial que ha funcionado en Europa requiere dos cosas: un sistema democrático y de imperio de la ley y, por otro lado, políticas sociales que corrijan la tendencia hacia la desigualdad, porque hay un grado de desigualdad en que ya no es posible la democracia.

Y eso es peligroso.

Cuando los gobiernos son más débiles que las empresas, el pacto social que se hizo tras la Segunda Guerra Mundial se debilita. El pacto fue dinamitado en los años de Reagan y luego llegó la crisis de 2008 que tiene que ver con la pérdida de control de las instituciones sobre las empresas financieras Y si eso desaparece lo que queda es un mundo cruel que no garantiza ni su propia estabilidad. Lo único que garantiza es el beneficio inmediato y la inmunidad de los corruptos.

En este libro regresa de nuevo a Lisboa.

Una de las cosas más misteriosas es cómo surge la ficción, porque no es un espejo de la realidad ni una modificación consciente. Es una transmutación de la experiencia en algo nuevo. ¿Por qué Lisboa? No elegí el escenario. Esta ciudad es el disparador que hace que lo real se convierta en ficción. Lo que más me fascina es la construcción de mundos imaginarios, de seres que no existen. Crear una trama, una tringua. Hacer que el lector entre en el libro y que se pregunte qué va a suceder después.