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«Sálvame» judicial
Es un mal síntoma que hasta los periodistas del corazón se hayan puesto a comentar imputaciones , recursos o interpretar balances. Reconozco que a veces la osadía de la ignorancia todavía me sorprende. Conceptos como el de imputado vienen siendo debatidos por la doctrina y la jurisprudencia desde hace tiempo.
Recientemente he planteado, por ejemplo, una cuestión de constitucionalidad sobre la posibilidad de personación en una causa de una persona que está en el extranjero amparado por su ley nacional. He tardado horas en formalizar el escrito y acudido a resoluciones internacionales para argumentar sus derechos como imputado. Estoy seguro de que si fuere un personaje público alguna señora o algún señor pasaría con toda facilidad de comentar el entierro de Sara Montiel a opinar sobre los derechos de mi patrocinado.
Yo participo en tertulias, me atrevo a opinar de lo que sé, o de los criterios políticos generales pero no me atrevería a discutir con un médico sobre una operación de rodilla y las posibilidades de una secuela, por eso me sorprende la alegría con la que la gente opina de temas jurídicos y de las resoluciones judiciales.
Desde el más absoluto respeto a cualquier programa de televisión y, sólo por poner un ejemplo, quizás a alguien se le ocurra inventar algo así como un «Sálvame» judicial a base de tertulianos sometidos al polígrafo que se peleen entre ellos sobre expedientes de regulaciones de empleo (ERES), conspiraciones, recursos de reforma, etc, con la presencia de peritos sorpresa que se encaren con los tertulianos mientras unos se lanzan a la cara: «Tú eras partidario de la aplicación de la atenuante de dilaciones como muy calificados y ahora dices lo contrario».
Todo circo es posible en estos tiempos, y siempre habrá alguien se preste a ello, pero por lo menos que sepan de lo que hablan.
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