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Salvar el mundo y perder a una hija, una historia de amor
La historiadora Laurence Debray, hija del filósofo Régis Debray y Elizabeth Burgos, rememora su complicada infancia en «Hija de revolucionarios».
La historiadora Laurence Debray, hija del filósofo Régis Debray y Elizabeth Burgos, rememora su complicada infancia en «Hija de revolucionarios».
La historiadora Laurence Debray, hija del filósofo francés Régis Debray y de la antropóloga venezolana Elizabeth Burgos, ajusta cuentas con el pasado y con sus progenitores en el libro autobiográfico «Hija de revolucionarios», que percibe como «una carta de disculpa de mis padres hacia mí». Más que alivio, Laurence Debray considera que el libro es como «construirte de nuevo, una manera de situarme entre ellos y mis abuelos, unos burgueses parisinos con los que tuve una relación más íntima, con una abuela muy fuerte, política gaullista, y un abuelo abogado», reconoce.
«Hija de revolucionarios» (Anagrama) permitió a la autora situarse «entre el modelo de mis abuelos y el modelo de mis padres, que se ocupaban más de salvar el mundo que no de mí» y, finalmente, la historiadora francesa tiene «la impresión de haber escrito una carta de disculpa de mis padres hacia mí».
Debray considera que «acabada la Guerra Fría y con el final de las grandes ideologías, de la división izquierda-derecha, era un momento interesante para hacer un balance de toda una generación». El libro nació cuando, presentando en España su libro sobre el rey Juan Carlos I, un periodista le preguntó si era «la hija del que delató al Che Guevara». «Me di cuenta de que no sabía contestar y regresé a casa pidiendo explicaciones a mi padre para hacerme una idea, y como no pudo contestarme y rechazó el diálogo, entonces decidí empezar a investigar como historiadora, consulté la prensa, fui a los archivos, y empecé a escribir»”, comenta.
Era inicialmente un libro para ella y la autora creía que era el momento de hacer un balance de lo que sus padres le transmitieron y lo que no: «No me dieron nunca respuestas, no sé si por que era doloroso o por que querían protegerme». Debray acabó sus investigaciones identificando a Ciro Bustos como el delator del Ché, y no su padre. «Hacía falta una mirada de historiadora despolitizada y neutra para lograrlo», asegura.
Sin respuestas
Aunque durante este tiempo ha obtenido algunas respuestas, le persiguen algunos «enigmas», como «cuál fue la razón de que un superburgués parisino que había estudiado en la escuela normal, que solo estudió filosofía, se metió en la guerrilla latinoamericana». Con unos padres que ve como «extraterrestres», Laurence se siente más «nieta de mis abuelos, con los que he tenido una relación más íntima, que hija de mis padres». También asegura tener tres «padres adoptivos»: el escritor Jorge Semprún, Alfonso Guerra en los cuatro años que estuvo viviendo en Sevilla y el rey Juan Carlos, a quien le dedicó una tesis doctoral y una biografía.
A pesar de que sus padres han leído el libro, Laurence Debray se siente decepcionada porque «no se ha abierto un diálogo con ellos», consciente de que todavía es un período de sus vidas «doloroso».
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