Teatro
Sanchis Sinisterra: La vuelta de un clásico
Sanchis Sinisterra regresa a la Beckett, teatro que fundó, con una obra intensa y provocadora.
Sanchis Sinisterra regresa a la Beckett, teatro que fundó, con una obra intensa y provocadora.
Cuando una obra de teatro sube a escena una obra de teatro, el efecto espejo consigue que el espectador quede reflejado hasta el infinito. Este reflejo, en vez de mitigar la imagen y empequeñecerla, la potencia, consiguiendo la sensación inversa al eco. En lugar de perderse poco a poco la voz, lo que se dice aumenta y aumenta hasta que se convierte en grito estremecedor. Es decir, montar una obra de teatro dentro de la obra de teatro es una herramienta ideal para no sólo hablar al espectador, sino para gritarle directamente al oído lo que está sucediendo y mantenerlo así abrumado y en tensión.
Cuando Hamlet, por ejemplo, hace que los comediantes interpreten el asesinato de su padre, para ver la reacción de su pérfida madre y el actual rey y despertar cualquier sentido de culpabilidad, la reacción que de verdad queda sublimada es la del propio público, que queda encerrado definitivamente en el drama. Hasta entonces, había visto la obra como un leve susurro, pero a partir de aquí queda embebido del grito, que no deja de escuchar anonadado desde su butaca. Esa es la magia del metateatro.
Una de las personas que mejor ha utilizado este recurso en la moderna dramaturgia española es José Sanchis Sinisterra, el rey del grito lírico en el teatro. Podemos ver teatro dentro del teatro en algún momento en obras destacadísimas del autor, como «Ñaque o De piojos y actores», «¡Ay, Carmela!», «Pervertimiento y otros Gestos para nada» o «El cerco de Leningrado». Y ahora lo vuelve a utilizar en su último prodigio, «El lugar donde rezan las putas o que lo dicho sea».
Dar voz a los de abajo
La Sala Beckett estrena el último trabajo de José Sanchis Sinisterra, que podríamos decir que regresa a su casa. El dramaturgo fundó y dirigió entre 1988 y 1997 esta icónica sala alternativa, y ahora vuelve con una obra intensa y provocadora que intenta responder a una difícil pregunta, ¿se puede dar voz a los que no la tienen o esto siempre es falso y estéril. «Quería presentar al público ciertas preguntas, como si es posible un teatro inducido por los de abajo. Porque, ¿en tiempos de rabia, qué teatro debemos escribir?», aseguraba ayer Sinisterra.
La obra nos presenta a dos actores en escena, apartados en una casa en un apartado barrio de mala fama, donde empezarán a escribir y ensayar una nueva obra. La sevillana Paula Iwasaki y el madrileño Guillermo Serrano dan vida a los dos jóvenes actores. Acompañados de la presencia de unos misteriosos entes que representan a «los de abajo, los barridos y silenciados por la historia», los actores contemplan e interpretan dos posibles historias o escenarios históricos que explicar: la Alejandría del siglo IV, con la filósofa Hipatia y su discípulo Sinesio como protagonistas o el «trágico destino» del comunismo a través de las vivencias de Lise y Arthur London a lo largo del siglo XX.
Para Sinisterra, la obra consigue «una confluencia entre lo político, lo metateatral y lo fantástico». «En este mundo roto en el que vivimos, en el que el sentido parece haber dimitido de la conducta de los políticos, este mundo caótico, desquiciado, es posible encontrar jirones de coherencia y verosimilitud a través de la poesía y el teatro», afirma el dramaturgo.
La Beckett acogerá este intrigante montaje únicamente hasta el próximo día 6 de mayo, una obra que, en definitiva, quiere hablar de la cara B de la macrohistoria, o de las historias con minúscula que no han recalado en el imaginario colectivo y que muestran mejor que ninguna lo que pudo ser y no fue.
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