Danza

Sara Baras: «Nunca había disfrutado tanto del baile, es mi mejor momento»

Bailaora y coreógrafa, Sara Baras presenta «Voces» en el Teatro Tívoli a partir del 6 de abril

Sara Baras
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Desde pequeña, Sara Baras ha vivido rodeada de genios, y su fuerza, carácter, talento y ambición se ha moldeado según sus enseñanzas. Recuerda con cariño, ya de niña, a Camarón de la Isla; con Enrique Morente aprendió a abrirse y buscar nuevas fronteras. De Antonio Gades absorbió su profesionalidad y atención por todos los detalles escénicos; con Moraíto tuvo siempre una relación muy intensa; y con Paco de Lucía vivió momentos que guarda como auténticos tesoros. Cuando supo de su muerte, algo hizo crac en su corazón, pero en lugar de llorarlo en balde, decidió celebrarlo con lo que mejor sabe hacer, bailando. Ésta es la raíz de su último espectáculo, «Voces», un homenaje a todos sus maestros que ahora llega al Teatro Tívoli del 6 de abril al 1 de mayo.

– El espectáculo se estrenó en París a finales de 2014, ¿cómo ha evolucionado durante estos meses?

– Es un espectáculo que nos ha sorprendido desde que empezó y que ha crecido mucho desde entonces. Tiene mucho sentimiento, mucho corazón, y crea una conexión directa con los maestros que depende del día y del lugar y hace que siempre sea diferente. Empezó bien, pero ahora está todavía más redondito.

– ¿Necesitaba dar las gracias a sus maestros?

– Nace de esa necesidad. Todo el mundo conoce a Paco de Lucía, Camarón, Morente, Gades, pero pocos llegaron a conocerlos personalmente y eso es lo que quería mostrar. Llevo sus consejos muy dentro y en mi forma de bailar están muy presentes. La pérdida de Paco de Lucía me puso super triste, dejó un inmenso hueco. Estaba en Londres haciendo «La Pepa» cuando me lo dijeron y en seguida empecé a pensar cómo agradecerle todo lo que me había dado. Estos maestros no sólo me influenciaron en el arte, sino en la manera de vivir. Son artistas que crearon un antes y un después en mi vida.

– ¿Díganos quién era Paco de Lucía para usted?

– Tenía un corazón tan grande como su guitarra. Era un genio también en lo personal y como era de mi tierra, teníamos una conexión especial. Despertaba tranquilidad, con una humildad que sólo tienen los más grandes. Es el artista al que más que querido, añoro tomar con él una cerveza por la tarde.

– ¿Y Enrique Morente?

– Me ayudó a poder sentirme libre para dar todo lo que uno siente. En nuestra generación ha sido el poeta. En sus conversaciones, de una manera sencilla, con una sonrisa, aprendías maravillas. Nos provocó a ir más allá,a fusionar ideas.

– ¿Llegó a conocer a Camarón?

– Claro, en Cádiz teníamos mucha cercanía con nuestra familias. Su hermano, Manuel Monje, también ha estado muy presente en mi vida. Tuve la suerte de escucharlo de pequeña y de asimilar sus consejos. Siempre me decía que no me olvidase de donde venía, siempre insistía en eso.

– ¿Y qué ocurre con Antonio Gades?

– Me ayudó a entender la disciplina del teatro, a saber montar espectáculos con dramaturgia y entregarte al 100 por 100 en tu arte. En Japón, me invitó a los ensayos que estaba realizando de «Carmen» y «Fuenteovejuna» y ver cómo dirigía ha sido una experiencia bestial, cómo estaba atento a todo, al vestuario, la luz, la escenografía. A medida que pasan los años, soy más consciente de lo que le debo.

– ¿Y cómo traslada todas estas enseñanzas en «Voces»?

– No imitamos o representamos a los maestros, sino abrimos un diálogo con ellos, mostramos la conexión que existe. Es un espectáculo para soñar y hacer soñar. Y lo que empezó de forma triste, ahora me despierta alegría. Te hace viajar a otra época, te permite recordar, y es un regalo bailarlo.

– Tras 20 años al frente de su compañía, ¿cómo se siente?

– Estoy en el mejor momento. En estos momentos, después de la maternidad, valoro más todo lo que vives. Nunca había disfrutado tanto del baile. Antes me amargaba si un giro no me salía bien. Ahora la tranquilidad me hace superar cualquier duda.

– ¿Tuvo miedo que la maternidad frenase su carrera?

– Claro, y mi sorpresa ha sido que ha pasado todo lo contrario. No había parado de bailar desde chica y por primera vez en mi vida, estuve un año quieta por consejo del médico. Eso me ayudó a ver las cosas desde fuera y aprender. Siempre había sido físicamente fuerte y temía que ya no sería capaz de ser tan enérgica, pero he aprendido a bailar más tranquila. Creo sinceramente que ahora bailo mejor que nunca.

– ¿Ve a su hijo como futuro artista o todavía es pronto?

– No, todavía es pronto. Lo que más le interesa ahora es Spiderman y los superhéroes. Pero con una madre y un padre bailarín, sí que se nota que físicamente es fuerte.

– ¿Es difícil conciliar la vida materna y la artística?

– Antes podía estar tres o cuatro meses de gira por todo el mundo, ahora es imposible. Él tiene colegio y tiene que quedarse en casa y lo que hacemos es ir y venir constantemente. No es ningún sacrificio, es una alegría.

La plenitud de una artista más allá del flamenco

A sus 44 años, Sara Baras vive su mejor momento tanto a nivel profesional como personal. Y todavía se siente igual que aquella niña que ganó aquel «Gente Joven» de TVE. «Me impresiona pensar que a veces me siento igual, que conservo aquel nervio e ilusión. Sigo sin poder dormir, como cuando empecé, cuando estoy en pleno espectáculo. Cuando era joven iba a teatros y soñaba con bailar allí, pero nunca imaginé que iría con mi propia compañía», dice. Su siguiente espectáculo, por eso, tendrá que esperar. «Todos me piden que sea una dramaturgia, que ahora toca, pero no sé, aún hay tiempo para pensarlo bien», confiesa.