Caixa Forum
Sebastiao Salgado: «Una palabra puede valer por mil fotografías»
Trae a CaixaForum sus imágenes de «Génesis», una serie de fotografías en las que retrata la naturaleza en todo su esplendor, sin ningún tipo de filtros. En un primer momento, su intención era la de mostrar rincones del planeta en peligro, pero luego cambió esa intención. ¿Por qué?
– En el inicio sí, esa era la primera idea, pensando en hacer alguna cosa sobre la destrucción de los océanos o de la flora. Estamos trabajando en la recuperación de una pequeña zona del Atlántico donde se han podido plantar más de dos millones de árboles. Nos provoca placer ver cómo toda esta vida está volviendo. Es por eso que quise contemplar todas esas zonas del planeta que se mantienen puras. Eso es «Génesis». Tenemos la obligación de mantener y preservar todas esas zonas. Para mi es importante que la gente mire y se implique con esos rincones maravillosos que no contemplamos nunca.
– ¿En cierto modo es una búsqueda de un paraíso perdido?
– Éste es un paraíso perdido, pero en realidad no lo es tanto porque es una parte del planeta que esta ahí y hay mucha gente que vive allí en equilibrio ecológico con la naturaleza. Solamente en la Amazonia brasileña se encuentran más de cien grupos. Son paraísos de grandes dimensiones que perdimos nosotros al vivir enclaustrados en la ciudad, aislados en nosotros.
– Usted que ha recorrido esos rincones ocultos de la Tierra, ¿cree que los cuidamos bien?
– Lo tratamos muy mal. Para construir este mundo moderno y sofisticado que tenemos aquí, dejamos detrás un desierto. Mire, el otro día tomé un vuelo de Valencia a Asturias y vi que no había árboles donde históricamente siempre han existido. Todo está destruido. A consecuencia de todo esto, tenemos un calentamiento global y real que provoca que se hundan a velocidad monstruosa las grandes masas de hielo del mundo. Las modificaciones climáticas son muy fuertes; los sistemas pluviométricos, los vientos, las olas, todo se va en función de nuestra acción en el planeta. Vivimos muy por encima de nuestras posibilidades. Esta mañana, viniendo de mi hotel, miré el centro de convenciones que hay cerca de CaixaForum y fíjese que no hay ni una ventana. La luz no pasa. Esto es un enorme cajón que provoca un consumo de electricidad más grande que el de pequeñas ciudades. Quiero decir que hemos creado unos modelos de ciudad y de forma de vida completamente insostenibles. Hay que disminuir esa demanda de energía. La única máquina en este planeta capaz de transformar el CO2 en oxígeno son los árboles por la fontosíntesis y que los destruyamos es brutal. Somos una especie depredadora.
– Habla de los árboles y su poder de transformar. ¿Una máquina de fotografiar tiene también esa posibilidad de cambiar en este caso un punto de vista?
– Sí, la máquina tiene poder, pero esa historia que se dice de que una imagen vale más que mil palabras no es verdad. Una palabra puede valer también por mil fotografías. Las fotografías son parte de un momento, pero solas no son nadas.
– ¿Cómo es la naturaleza convertida en modelo fotográfico?
– La naturaleza es como fotografiar a un ser humano. No hay ninguna distinción. Hay que respetar su espacio, su dignidad. Nos han engañado al decirnos que somos la única especie racional porque racional lo son todas. Para fotografiar a una especie hay que comprenderla, tener su autorización, dedicarle tiempo. Uno de los momentos más importantes de este proyecto fue el que pasé en Alaska. Estaba solo. Un avioncito me dejaba allí y me recogía diez días después. Me quedaba en esas montañas mirando al planeta, comprendiendo los vientos, las vegetaciones, las erosiones, los minerales... Me sentía parte de ese todo. También soy planeta. Lo que garantizó nuestra supervivencia hasta ahora fueron nuestros instintos, nuestra capacidad espiritual de comprensión. No ha sido la tecnología.
– ¿Cómo podemos cambiar la mirada equivocada que hemos tenido en ocasiones hacia el planeta?
– No sé, pero tenemos que encontrar una manera de volver a este planeta, aunque sea espiritualmente, de aproximarnos y respetar a esos árboles que no tienen pies para correr cuando viene el fuego y la tempestad del viento. He encontrado árboles que tienen 4.000 años y ahí están aguantando el paso del tiempo. Hay que plantar esa parte que hemos destruido. Tendremos serios problemas con el agua. Solo los árboles tienen capacidad de almacenar agua y debemos proteger esas fuentes, así como los márgenes de los ríos. Hay que frecuentar a los otros animales, pero no como si fueran prisioneros de un zoológico sino permitiendo que las otras especies también convivan. Necesitamos biodiversidad, no solamente autopistas.
– Además de sus fotografías, en CaixaForum podrá verse «La sal de la tierra», el documental sobre «Génesis» que se estrena en cines el 31 de octubre. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
– Ha sido muy especial. Siempre trabajé solo. En «Génesis» tuve un asistente, pero luego vino mi hijo que filmó algunos de estos reportajes. Hay una diferencia muy grande: el fotógrafo es muy rápido porque está ligado al momento, pero el cine son equipos y es mucho más lento, menos natural. Ha sido muy complicado. Cuando trabajaba mi hijo lo hacía solo, encargándose él de la imagen y el sonido. El problema es cuando vino Wim Wenders que se trajo tres cámaras y un equipo de sonido. ¿Qué harían con tantas horas de filmación? Cuando lo vi montado comprendí que era un trabajo de creatividad muy fuerte. Hoy tengo un gran respeto por el cine.
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