Barcelona
Serenidad y relajación para gozar de la cocina mediterránea
El jardín del Bellamar es un espacio único en el que degustar con tranquilildad una gastronomía en la que la pizza es la estrella
El jardín del Bellamar es un espacio único en el que degustar con tranquilildad una gastronomía en la que la pizza es la estrella
A escasos kilómetros de Barcelona y sólo a un par de calles de la playa, el restaurante Bellamar esconde su mayor tesoro. Su terraza ajardinada, que emana relajación y tranquilidad, se presenta ante los ojos del sorprendido comensal como un oasis de paz. Algunos lo califican como «un jardín de hadas», otros como un «edén», pero tal y como señala Silvia Tortosa, propietaria del establecimiento, la mejor definición sería la que en su día hizo uno de sus clientes habituales: «Muy cerca del mar no estando en la orilla, escondido como le toca a todo tesoro y maravilla, encontrarás un edén, espacio del buen comer. Su nombre da muchas pistas».
Y es que este espacio destaca por su «tranquilidad, por su serenidad y su capacidad de transmitir su esencia relajante», destaca Silvia. En ello adquiere especial protagonsimo la vegetación natural que particulariza a este entorno, un entorno en el que destaca su colorido gracias al protagonismo de los colores lila y naranja, presentes ambos en la mayor parte del mobiliario y decoración como las sillas o las sombrillas balinesas. La iluminación nocturna y la música tranquila, estilo chill-out, contribuyen a crear este ambiente relajado, que llega a su culmen a última hora de la noche, cuando los clientes están ya «tomando su último gin tonic», momento en que Silvia ofrece una exhibición de bell, un instrumento muy particular idóneo para transmitir esa relajación.
Este jardín, sin embargo, no está cubierto ya que apenas interviene en la naturaleza y sólo las frondosas moreras dan refugio a las mesas, por eso cuando se acaba la temporada estival, sobre finales de noviembre, este espacio se recicla para convertirse en un lugar donde tomar un aperitivo los domingos al mediodía. Sin embargo, esa esencia de relajación, tranquilidad y serenidad que transmite la terraza no desaparece del todo, ya que parte del espíritu de ese jardín entra adentro y se mantiene en el comedor interior, con un aire muy acogedor y donde también esta muy presente la vegetación. Éste se estructura en tres partes: por un lado, el comedor principal, con capacidad para unas 50 personas, mesas redondas, buena iluminación y donde se mantiene esa esencia relajante mediante recursos como los centros florales o las figuras de buda; por el otro, el Comedor de las Dalias, el cual cuenta con una gran mesa para grupos de hasta 22 personas. Además, este año, el restaurante ha ampliado el espacio con un tercer comedor, el del Magnolio, el cual debe su nombre a la rama de este árbol que singulariza el espacio.
Pero este edén de la tranquilidad y relajación no sería por sí solo atractivo suficiente si no fuera acompañado de una oferta gastronómica a la altura. «Ofrecemos una cocina mediterránea, sencilla y familiar», señala la propietaria, quien destaca como platos protagonistas las carnes a la brasa, el bacalao y las pizzas, con carácter propio.
«No hacemos las tradicionales pizzas redondas, sino que éstas tienen formas diferentes. Hacemos pizzas individuales y otras para compartir y éstas están inspiradas en la época del año y en nuestro jardín». En este sentido, Silvia distingue tres tipos: «las livianas, que son casi vegetarianas, las tradicionales y las innovadoras, con productos como el foie, el jamón de pato o el jengibre». El restaurante cuenta con cerca de una docena de pizzas, cuya pasta se elabora en el mismo establecimiento y se cocinan al horno de piedra. Además, el Bellamar ofrece al comensal un menú de mediodía por doce euros –19 euros el fin de semana– y en septiembre tiene previsto recuperar su servicio de cátering.
✕
Accede a tu cuenta para comentar