Estocolmo

Sin Síndrome

La Razón
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Dicen que la empatía es la capacidad por ponerte en el lugar del otro y entender sus razones. Por otra parte, el síndrome de Estocolmo es la sensación de comprensión que siente los secuestrados hacia sus secuestradores y las razones que les mueve a ello.

Queda claro, por tanto, que no se parecen en nada. Es más, mantienen la misma distancia que hay entre entender y estar de acuerdo con una persona. Es lo que me ocurre a mí con ERC: puedo entender por qué hace o quiere hacer las cosas, pero no estoy en absoluto de acuerdo con ella.

Entiendo que quieran no perder «comba» en la competición por ver quién es más independentista, si ellos o la CUP. Entiendo que no quieran perder la oportunidad de aparecer como los máximos defensores de las tesis de la ANC –exitosa convocante de los dos últimos 11 de septiembre– para rentabilizarlo electoralmente cuando toque. Entiendo que intenten forzar a los otros partidos (CiU i ICV-EUiA) que están dando apoyo a la consulta a que está por verse sobre la independencia, en vez de cualquier otro eufemismo. Todo eso lo entiendo, pero no lo comparto.

Hoy ERC debería tener capacidad de pensar en toda Catalunya y no solo en una parte, la que está a favor de la independencia. Hoy debería entender que su capacidad de influencia debería ponerse prioritariamente al servicio de los más débiles y centrarse en conseguir unos presupuestos para 2014 útiles para construir una salida solidaria de la crisis y no que sean moneda de cambio para una pregunta en una consulta que posiblemente no llegará a realizarse.

Hoy debería diferenciar, como enseñaban en Barrio Sesámo, a diferenciar entre presente y futuro. Hoy debería distinguir entre el interés particular y el general.

Por eso, sin el más leve síntoma de padecer el síndrome de Estocolmo, afirmo que entiendo a ERC, pero no comparto lo que hace.