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Sophie Hannah indaga en el lado más oscuro de las redes sociales

La autora presenta «Mentiras que matan», mientras prepara nuevos casos para Poirot

La escritora Sophie Hannah, autora de «Mentiras que matan»
La escritora Sophie Hannah, autora de «Mentiras que matan»larazon

Los subgéneros, y quienes los inventan, nunca son inocentes. Tras el éxito de «Perdida», de Gillian Flynn y «La chica del tren», de Paula Hawkins, se puso de moda un término, el llamado «domestic noir» que servía para definir novelas que tenían al hogar como centro gravitatorio.

Los subgéneros, y quienes los inventan, nunca son inocentes. Tras el éxito de «Perdida», de Gillian Flynn y «La chica del tren», de Paula Hawkins, se puso de moda un término, el llamado «domestic noir» que servía para definir novelas que tenían al hogar como centro gravitatorio. Como subgénero, podía ser adecuado, pero tenía un problema. De repente, toda mujer que escribía thrillers psicológicos pasó a escribir este domestic noir. El absurdo del término era flagrante, pues no había ningún hombres clasificado como escritor de domestic noir. Conclusión, la misoginea también afecta a las clases cultivadas y gente de libros.

Uno de estos casos de falsa denominación es Sophie Hannah, que acaba de publicar «Mentiras que matan» (Roca Editorial), un impacable thriller psicológico que indaga en las perversiones de las redes sociales y cómo nuestros secretos y vidas paralelas en la red pueden acabar por perseguirnos como un fantasma. «Si hubiese sido un hombre, habrían destacado el comentario social sobre la doble vida en la red, pero como mujer, como hablo de una mujer que pone los cuernos a su marido, en seguida me colocaron el tópico de domestic noir», señala la autora, que participa estos días en el BCNegre.

La novela nos presenta a Nicki, una mujer que vive en secreto una vida paralela en la red. En apariencia, disfruta de una cómoda realidad con su marido, pero para huir del silencio y la monotonía ha creado un avatar en la red que le permite dar forma a sus fantasías. Cuando estas fantasías se hagan realidad, en forma de asesinato, se verá obligada a descubrir todos sus secretos, pero quizá para aquel entonces será demasiado tarde. «Antes, quien quería huir de su situación familiar, se iba a por cigarrillos y no volvía. Ahora, con los diferentes dispositivos móviles, pueden estar en una misma habitación mientras están a kilómetros de distancia. Este cambio social es impactante», asegura Hannah.

La novela surgió de una anécdota personal. «Un día le dije a mi hermana que le iba a contar un secreto. Para mi sorpresa, ella me preguntó si era una clase de secreto que podía contar a su marido. Yo le dije que no, que no me apetecía que se lo contara a nadie y entonces me contestó que no quería que me lo contase, que como estaba casada no creía que tuviese que guardar secretos a su marido. Aquello era absurdo, pues a su marido tanto le daba, pero me chocó mucho esa respuesta. Un día, podrían matarme y entonces vendría la policía y le preguntarían a mi hermana si sabía algo que pudiese ayudar en la investigación y ella sólo podría decir que podría haber sabido algo, pero prefirió no saberlo para no ocultárselo a su marido», asegura, para quien esta novela es «una especie de venganza contra mi hermana».

La novela arranca con fuerza, con un asesinato peculiar, con un cuchillo, pero sin apuñalamiento. En realidad, asfixian al muerto con el cuchillo después de atarlo alrededor de la boca. «El misterio es lo que me atrajo al género negro. Empecé con Enid Blyton y su serie de los Siete y vi que los misterios eran la mejor forma de contar historias. Pero no me atraen los misterios al uso. Que aparezca un muerto y saber quién lo ha matado tampoco tiene mucho misterio. Seguramente será alguien que no le gustaba mucho. Por eso me gusta ir un poco más allá, crear situaciones más extrañas y crear un puzzle que el lector tenga que completar poco a poco todas las piezas», asegura la autora.

Si empezó con Enid Blyton, de adolescente continuó con Agatha Christie, «mi escritora favortia de todos los tiempos» y esa fascinación no le ha abandonado. Tanto es así que hace un par de años los herederos de la célebre escritora de misterio le pidieron que continuase las aventuras de su detective estrella, Hercules Poirot. «Tuvo que releer todas sus novelas y redescubrí brillantes trabajos literarios. Ahora me gusta todavía más que antes. Lo que intenté hacer fue seguir su estructura, pero sin copiar su estilo. El estilo de un escritor es como su huella digital y los libros tenían que tener el mío. Por eso inventé un narrador nuevo, el inspector Edward Catchpool, lo que me dio libertad para escribir a mi manera. He escrito dos novelas, ambientadas en 1929, en la era dorada de las historias de detectives, y estoy convencida que habrá más», asegura la autora de «Los crímenes del monograma».

Lo que no piensa hacer es recuperar también a Miss Marple, «porque eso sí que me convertiría en un intento de copia de Christie». Sus siguientes novelas volverán a girar sobre complejos thrillers psicológicos, lo que mejor se le da. «Tengo una mente muy ordenada y meticulosa, lo que me permite crear estos puzzles. A veces no soy consciente de cómo todas las piezas acaban por encajar, pero lo hacen, como si fuera magia. Lo que sí hago es trazar un plan muy detallado para contar la historia que quiero. A partir de allí, todo es más fácil», comenta. Esperemos que al menos nadie describa sus próximas novelas como «domestic noir» o quizá su siguiente «venganza literaria» será matar con cuchillo al crítico o editor que lo haga.