Literatura

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Stephen King no necesita reivindicarse

L'Altre editorial y Males Herbes recuperen «Escriure» y «Torn de nit», mientras se estrena la serie «Castle Rock».

Una de las impactantes imágenes de «Castlerock» serie que aglutina a sus icónicos personajes.
Una de las impactantes imágenes de «Castlerock» serie que aglutina a sus icónicos personajes.larazon

L'Altre editorial y Males Herbes recuperen «Escriure» y «Torn de nit», mientras se estrena la serie «Castle Rock».

Una de las razones que esgrimían con más fuerza los defensores del Premio Nobel a Bob Dylan era que sus canciones habían influenciado más a la cultura popular que cualquier poeta islandés o novelista eslovaco, por muy bien que escribieran. Puede parecer una razón de peso, pero entonces, cuando se vuelva a dar el defenestrado premio literario, el siguiente en la lista debe ser Stephen King. El maestro del horror, con más de 150 millones de libros vendidos a sus espaldas, cifra que Dylan no sabe ni contar, es una influencia tanto o más brutal en la cultura popular de las últimas cinco décadas que el genial cantautor.

La alta literatura y la crítica no han tratado nunca muy bien al autor de «Carrie». A veces, este menosprecio ha afectado al mismísimo King. Sin embargo, cuando se venden 150 millones de libros, una validación popular abrumadora, por qué alguien podría desear más veneración. Subir las novelas de King al pedestal más alto del canon no va a convertir por arte de magia a las novelas del maestro en mejores. Los que quieren eso en realidad lo que desean es convertir a los fans de King en mejores, y eso da un poco de vergüenza ajena. Si te gusta King, estás en el bando correcto, te gusta, no necesitas más placer.

Un artista arrollador

Si los fans de King, aún así, necesitan mayor validación de sus gustos, ahí van algunos escritores de primera categoría que no les caen los anillos a la hora de decir que los cuentos y obras de King les cambiaron de vida. «Yo quería escribir “El resplandor” negro o “El cementerio viviente” negro. Pon cualquier título de Stephen King y pon negro detrás, eso es basicamente lo que quería hacer», confiesa Colson Whitehead, autor de «El ferrocaril subterráneo». «Admiro a King no sólo por ser el gran autor de terror y suspense, sino por ser el maestro del lenguaje coloquial y el arte de contar historias», dice Tom Perrota. «Cuando era niño y adolescente era mi vida. Me ponía nervioso cuando salía un libro nuevo suyo», asegura Brtet Easton Ellis. «No me gusta el elitismo, me gusta Stephen King», dice Haruki Murakami. A estos podría añadírseles Kelly Link, Santiago Rocangliolo, laura Fernández, Robin Wassermann, y un larguísimo etcétera. Todos son escritores gracias, en parte a él, así que algo bueno tiene que tener, algo empírico, cuantificable, objetivo y, en definitiva, mucho más importante que un canon, que siempre se basa en elementos etéreos y gaseosos.

Lo que está claro es que la figura de Stephen King, a pesar de llegar ya a los 70 , está viviendo una segunda juventud. Desde que la nueva adaptación al cine de «It», uno de sus títulos clásicos, con el payaso que se alimenta de los miedos de los niños y adolescentes, se convirtiese en la película de terror más taquillera de la historia, la fiebre «King» ha vuelto por todo lo alto. Lo último, que ayer se estrenó en la plataforma Movistar, fue la serie «Castle Rock», que reúne en una misma historia a diferentes personajes y situaciones prototípicas de los libros de King.

En diez episodios antológicos, ambientados en ese pequeño pueblo rural de Maine tan kingianos, los creadores han creado un collage que demuestra como todos, en general, hemos crecido en el universo creado por este extraño señor que continúa publicando uno o dos títulos al año. Para ello recupera a rostros míticos del imaginario cinéfilo de mito King como Sissy Spacek, protagonista de aquella primera «Carrie» o Bill Skarsgard, el terrorífico payaso de «It».

Recuperar lo pequeño

Las editoriales Altre y Males Herbes han querido apuntarse a esta última fiebre King con la recuperación de dos títulos al catalán, «Escriure. Memòries d'un ofici», donde el autor nos habla en primera persona del oficio de escritor a partir de sus propios fantasmas autobiográficos; y «Torn de nit», donde se recuperan esos primero cuentos de los 70 que cautivaron la imaginación y los miedos de unos lectores que luego los proyectaron al infinito. «Existe a veces una serie de prejuicios, algo así como un sentimiento anti King, que lo único que demuestra es que en realidad no se ha leído al escritor. Queríamos reivindicarlo», señala la editora Eugenia Broggi. La última vez que se tradujo una obra de King al catalán fue en 2007, así que, adelante, éste es el camino.