Teatro
«Tot el que no ens vam dir»: Cuando el amor duele de verdad
El Maldà acoge el ambicioso musical «Tot el que no ens vam dir», de Alicia Serrat y Miquel Tejada.
El Maldà acoge el ambicioso musical «Tot el que no ens vam dir», de Alicia Serrat y Miquel Tejada.
Hacía tanto viento que parecía una locura estar en la calle. Aún así, Sara estaba sentada en la terraza de un café, con el rostro ido y un terrible zumbido en los oídos. Junto a ella, Boris, hasta hacía cinco minutos su amable y amante novio, seguía con una extraña explicación de cómo y por qué no tenía ningún sentido que siguiesen juntos. No la miraba, parecía recitarlo de memoria, con la cabeza baja como si leyese una carta. Tanto daba, Sara había dejado de escuchar desde la primera frase.
La pobre chica no entendía nada. ¿Quién era ese hombre que ahora no dejaba de hablar? Ella no lo conocía, estaba segura, tenía que ser otra persona que se parecía mucho a Boris porque Boris no hablaba nunca. De pronto, con los ojos puestos en la calle, vio como el viento arrastraba tres largas pelucas. Eran rubias y onduladas y muy muy espesas. Hmmm, pensó, y se distrajo con la idea de que a continuación aparecerían tres desesperadas mujeres calvas en su busca.
Por supuesto, no apareció ninguna mujer, pero dos minutos después aparecieron tres sencillos pero elegantes vestidos, arrastrados por el viento como quien se deja arrastrar por un río. Hmmm, pensó, y se distrajo con la idea de que ahora sí aparecerían tres desesperadas mujeres calvas y desnudas en su busca.
Por descontado, no apareció ninguna mujer, pero sí tres pares de zapatos de tacón alto y colores brillantes que el viento parecía haber convertido en unos dados lanzados por la mujer con más mala suerte del mundo. Hmmm, volvió a pensar Sara, quizá son míos, aunque ella no tenía zapatos de tacón de colores brillantes, ni vestidos sencillos y elegantes, ni mucho menos tres largas y preciosas pelucas.
«¿Me estás escuchando?», dijo entonces Boris, pero Sara no pudo contestar, con los ojos fijos en la calle. Estaba intrigada de verdad y el viento tampoco le permitía mirar a los ojos a aquel hombre que ahora, al oirle hablar, sólo parecía un gigante abominable. Céntrate, se dijo Sara, no hay gigantes temibles, sólo molinos de viento, lo dice «El Quijote», y por alguna extraña razón eso le ayudó a recobrar su amor propio. Boris, maldito molino de viento viejo e inútil, haces demasiado ruido.
Al final, en la calle, apareció empujada por el huracanado viento primero un enorme colchón, después sus elegantes sábanas, y a continuación, un perro adorable, una nevera, una televisión, un portátil, un teléfono y todo un comedor completamente equipado. «Quieres escucharme, por una vez», gritó Boris. Ella se levantó, hizo que el viento le tirase la copa encima, y le dijo, «nunca has dicho nada interesante». A continuación, se tiró en el suelo y se dejó arrastrar hasta el lugar donde la gente recuperaba todo lo que había perdido.
Una trilogía del amor
El espacio teatral El Maldà sigue su apuesta por el teatro más joven y apegado a lo contemporáneo con «Tot el que no ens vam dir», un musical compuesto por Alícia Serrat y Miquel Tejada, que busca reflexionar sobre el lado menos amable del amor. La obra puede leerse como el reverso de uno de los éxitos del teatro de la temporada pasada, «Per si no ens tornem a veure», donde Serrat y Tejada cantaban a la cara más amable del amor. Ahora buscan lo contrario y avisan que ya preparan una tercera parte para cerrar una especie de trilogía sobre las múltiples caras del amor.
Del 30 de mayo al 10 de junio, el teatro acogerá un vibrante espectáculo producido por Daniel Anglès. Con un elenco de cinco actores sobre el escenario, y la presencia del propio Tejada al piano, la obra permite buscar qué ocurre a esos corazones rotos que acaban de negarles el mundo que conocían hasta entonces. «La pieza habla de los amores que duelen, pero no lo hace desde el rencor y eso provoca que después de ver el espectáculo te sientas mejor», señala Anglès
La pieza arranca en 1999 y nos presenta a un grupo de estudiantes de filosofía reunidos para hacer una trabajo de ética que dará pie a que cada uno reflexione sobre sus propias vidas. «La historia está contada a partir de recuerdos de los protagonistas que en un momento concreto del montaje se ordenan y toman sentido», comenta Serrat, figura en alza dentro del musical de pequeño formato.
Para la creadora, la intención de la obra es que el público «se cuestione distintos conceptos sobre el amor», y lo hace con canciones de tintes pop en busca de emocionar y conmover a la primera nota.
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