Arte, Cultura y Espectáculos
Una «Rusalka» modernizada invade el Liceo
La ópera de Antonin Dvorak busca ir más allá del típico cuento de hadas
Navidad es un excelente momento para que los adultos se dejen de prejuicios y caigan en las redes de un buen cuento de hadas. Si encima no hay nada de infantil en la historia, los elementos fantásticos están mitigados, hay una relectura del texto para acercarlo a nuestro tiempo y la puesta en escena busca un realismo cruel y violento, entonces la conquista es definitiva, el cuento de hadas es universal y excitante para todas las edades.
Esto es lo que ha hecho el prestigioso director de escena Stefan Herheim con la célebre ópera de Antonin Dvorak, «Rusalka». La clásica historia de la sirenita que sacrifica todo por tener piernas y estar con el hombre que ama, se ha transformado en un cuento de los bajos fondos de cualquier gran ciudad europea, donde a una prostitura se le niega el derecho a ser una mujer libre. «Queríamos explicar esta historia de manera realista, en que los elementos mágicos aparecen poco a poco, para que el espectador puede identificarse con los personajes y no crea que les estábamos contando algo irreal y fantástico», asegura Herheim.
El Gran Teatro del Liceo cierra este difícil año con la adaptación de esta clásica ópera de Dvorak, ausente del coliseo barcelonés los últimos 48 años. Herheim debuta en el teatro con un complejo montaje lleno de poesía decadente y una espectacular puesta en escena, en la que la partitura del maestro checo se convierte en la mecánica que mueve a los cantantes hasta el punto de que su actuación está coreografiada. «Herheim dirige con la partitura. Es uno de los pocos para quien la música marca la puesta en escena, donde todos los movimientos están muy pautados», afirma Joan Matabosch, director artístico del Liceo.
El elenco lo componen Klaus Florian Vogt, Emily Magee, Günther Groissböck y Camilla Nylund en el papel de la joven Rusalka. «El montaje puede chocar si uno espera algo tradicional, pero emocionará al público por su intensidad y la gran cantidad de estímulos», asegura Nylund.
Si en el libreto original, Rusalka es la protagonista absoluta de la historia, Herheim centra la acción en su padre, Vodnik, el genio de las aguas, y cómo no es capaz de adaptarse a un mundo que ya no es el suyo, mientras enloquece en la nostalgia de su juventud. «Es un hombre que ha acumulado mucha frustración y quería analizar el abismo en el que cae, con todos sus sueños rotos y su rabia contenida, algo con lo que todos podemos sentirnos identificados», señala Herheim.
El director de escena ha utilizado la partitura de Dvorak, con motivos muy repetitivos, para potenciar la sensación de vida bajo el mar, y así dibujar a través de los cantantes la imagen de viaje a las profundidades de la psique del hombre. «Hemos hecho un "tour de force"psicológico, transformando a Rusalka en una prostituta porque representa la idea de esa mujer que a cambio de dinero hace realidad nuestros sueños, lo que la equiparaba a la figura mítica de la sirena», afirma Herheim. La ópera, una coproducción del Théâtre de la Monnaie de Bruselas y la Oper Graz, es, en palabras de Matabosch, «la más compleja técnicamente que hemos tenido nunca» y promete emociones fuertes.
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