Hostelería
Una taberna portuaria para disfrutar y reflotar los recuerdos escondidos
El restaurante Haddock apuesta por recuperar las recetas de siempre, aquellas que han formado parte de nuestras vidas, además de apostar por un producto fresco y de calidad
El restaurante Haddock apuesta por recuperar las recetas de siempre, aquellas que han formado parte de nuestras vidas, además de apostar por un producto fresco y de calidad.
«Llegó un momento en el que me cansé porque sentía que la cocina se estaba desvirtuado, se estaba perdiendo el norte de lo que es un restaurante; me cansé de una cocina, de un concepto, que no entendía». Y ese cansancio, ese hartazgo, acabó motivando a Fran Monrabà, que trabajó junto a grandes chefs como Sant Santamaría o Jean Luc Figueres, a abrir su propio restaurante en el que desarrollar y dar salida a su concepto de restauración.
«El Haddock es como la típica taberna portuaria», señala el chef y propietario del establecimiento junto a Jorge Morgó, «un lugar con un aire canalla», apunta, para a continuación indicar que «aquí me he quitado la versión más profesional para recuperar lo que hacía mi madre o mi tía en la cocina». «Has de hacer lo que has visto en casa, lo que has mamado, para poder tener un punto de genialidad» en los fogones, asegura Monrabà, razón por la cual en el Haddock se apuesta por una «cocina española, con mucho contenido catalán». «Son recetas que recuerdan a las de casa, es una cocina que va directa al corazón, que quiere tirar atrás para recuperar aquellos platos de toda la vida y hacer despertar así a la gente aquello que lleva escondido, aquellos recuerdos y vivencias de toda la vida», revela el chef, quien pone de relieve que lo importante en los fogones es que «el cocinero conozca a la perfección el producto y domine las cociones»
En este sentido, al margen de la carta, el restaurante ofrece al comensal un menú de mediodía el cual consta de cuatro o cinco entrantes y el plato del día, que ejemplifica a la perfección el concepto de cocina por el que apuesta el Haddock. Así, el lunes el menú, de 15,50 euros, ofrece asado; el martes el plato del día es el bacalao; el miércoles, pescado fresco; el jueves la propuesta es arroz; y el viernes, uno de los platos estrella de este establecimiento, la escudella.
Y todo ello a partir de un producto que es el principal protagonista en toda esta experiencia. «Solo trabajamos con producto que está bien de verdad y muy fresco, porque eso es lo que marca la diferencia», comenta Monrabà y admite que «yo solo soy el que da el último empujón al producto para que éste brille». En esta línea, en el restaurante Haddock, «todo se hace en casa: los embutidos, los ahumados, los patés, los postres...» y, para poder adaptarse al producto disponible en cada temporada y cada día, su carta es lo más corta posible «para poder ofrecer al cliente el producto del día a través de un listado de platos que el camarero canta al comensal en la mesa».
Gracias a esta fórmula, a esta apuesta por la cocina auténtica, la de siempre, la de los recuerdos y la memoria, «el Haddock es ya como un clásico de Barcelona, aunque solo lleva un año y medio abierto» y en ello a contribuido también el ambiente que se respira en este establecimiento. «La idea es que la gente se deje llevar y disfrute «, indica el propietario, quien asegura que en el Haddock «el buen rollo y el cachondeo está garantizado». «El cliente viene a buscar una experiencia, a alimentar cuerpo y mente , a disfrutar de la música, la comida y las buenas vibraciones». «Es como ir al médico y salir como nuevo», asegura y recuerda que «en el Haddock siempre hay música y cada último jueves de mes hay actuaciones de jazz en directo». En cuanto a la decoración ésta tiene ese aire canalla, con guiño al mundo del mar y los piratas.
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