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Unió abandona el Govern de Mas e inicia la demolición de CiU por fases

Duran Lleida reprochó a CDC que no haya habido diálogo para tratar de encajar las posturas de ambos
Duran Lleida reprochó a CDC que no haya habido diálogo para tratar de encajar las posturas de amboslarazon

Duran censura a CDC por no querer dialogar y consuma su rechazo al plan independentista. ERC se ofrece para entrar en la Generalitat y ocupar el lugar de los consellers salientes.

El proyecto de CiU vivió ayer la primera fase de su desintegración después de que la ejecutiva de Unió Democràtica decidiera abandonar el Govern de Artur Mas. La vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega; el conseller de Interior, Ramon Espadaler; y el titular de Agricultura, Josep Maria Pelegrí, dejarán sus responsabilidades para expresar así su rechazo al ultimátum lanzado por Convergència, que el lunes dio 72 horas a Unió para asumir el objetivo de la independencia como condición indispensable para mantener su alianza electoral en las catalanas.

Unió midió al milímetro su maniobra, puesto que no desea aparecer ante la opinión pública como la responsable de la ruptura de CiU ni como la enemiga de Mas. Los consellers de Unió abandonarán el Govern, pero el partido socialcristiano aseguró que no comprometerá la estabilidad parlamentaria del Govern. Tampoco se descolgará en los ayuntamientos ni en ninguna otra institución.

«La salida del Govern es por coherencia y no quiere romper la federación de CiU», afirmó el secretario general de Unió, Ramon Espadaler. La realidad es que la federación nacionalista inicia los trabajos de demolición tras 37 años de proyecto compartido, pero se busca un derribo controlado. El sector soberanista de Unió no tiene ninguna duda sobre la estrategia de la dirección de Duran Lleida: «Han decidido presentarse solos a las elecciones del 27-S, pero no quieren aparecer como los culpables de este extremo».

Una cosa está clara y es que Unió siente que ha realizado grandes esfuerzos por preservar el proyecto de CiU y considera que Convergència no ha actuado con generosidad para recoger sus matices. «No hay ningún diálogo», criticó el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, para censurar la actitud de CDC.

Los soberanistas de Unió

La ejecutiva de Unió tomó la decisión de abandonar el Govern con 16 votos a favor, 10 en contra y 2 abstenciones. Ajenos a estas mayorías, los soberanistas del comité de gobierno, de UDC explicaron que no tienen la menor intención de dejar sus responsabilidades en la Generalitat en los niveles que ocupan (secretarios y directores generales). «No pensamos colaborar en esta estrategia de presionar al presidente de la Generalitat para que rebaje su hoja de ruta», afirmó el secretario de Universidades y líder del sector crítico de Unió, Toni Castellà.

La pelota está ahora en el tejado de Mas, que deberá maniobrar con celeridad para evitar que el desabarajuste se apodere definitivamente de un Gobierno que, inevitablemente, trae a la memoria los tiempos convulsos del tripartito. El president evitó ayer comentar la situación creada, pero hoy no podrá escaparse, ya que deberá afrontar las preguntas de la oposición durante la sesión de control en el Parlament.

Existen muchos interrogantes en estos momentos y en pocos días deberá resolverse una parte importante. La primera decisión que debe tomar Mas es recomponer su gobierno. Debe reemplazar a los tres consellers salientes y estudiar si acepta la oferta de ERC. «Estamos a disposición del país y del Govern. Nosotros estaremos donde haga falta para garantizar la estabilidad en los meses que faltan hasta el 27 de septiembre», afirmó el portavoz de ERC, Sergi Sabrià. El president, no obstante, tiene más opciones, tales como situar a consellers del ala soberanista de Unió o buscar figuras independientes.

En pocas horas, además, Mas protagonizará un acto para clarificar su estrategia electoral de cara al 27-S. El presidente de la Generalitat tiene previsto este sábado un mitin en Molins de Rei (Barcelona), donde podría dar más pistas sobre la lista transversal que pretende encabezar de cara a lo que él llama «elecciones plebiscitarias».

Las reuniones continúan multiplicándose en una semana absolutamente frenética. El lunes se vieron las caras las direcciones de CDC y UDC. El martes hubo una reunión entre Mas y Espadaler y ayer se produjo un tercer encuentro entre ambas partes en los despachos del Parlament. La conclusión es que el divorcio parece inevitable y que hay margen para que Unió y Convergència puedan tomar caminos diferentes sin abrir un fuego cruzado descontrolado.

Los adversarios de la federación nacionalista no dudarán en sacar provecho de una crisis en CiU cuyas consecuencias son imprevisibles. Mas podría acabar calcinado en las urnas, puesto que dispone de una mayoría exigua y la pérdida de Unió podría empequeñecer todavía más su espacio. Tampoco está claro el músculo electoral del que dispone Unió, especialmente si se presenta a las elecciones del 27-S con un candidato diferente a Duran Lleida.

Sólo la cita con las urnas puede despejar estos interrogantes, pero antes quedan por aclarar aspectos como la hoja de ruta soberanista. Por el momento permanece un acuerdo entre CDC, ERC y las entidades independentistas. Es posible que este documento sufra algunos cambios para incorporar a otros sectores en lo que sería la última oportunidad para salvar lo que parece insalvable: CiU.