Comunitat Valenciana

El tardeo interminable

Cita cotidiana e ineludible con identidad propia. De costumbre inédita a hábito de gran militancia. Más que sensaciones hay evidencias de que sirve de contrapeso de largas sobremesas

La fuerza de los acontecimientos matutinos del almuerzo y la pujanza pertinaz del vermut nos empujan a no capitular en busca del prolongar la sobremesa con el destino final del tardeo. La Razón
La fuerza de los acontecimientos matutinos del almuerzo y la pujanza pertinaz del vermut nos empujan a no capitular en busca del prolongar la sobremesa con el destino final del tardeo. La Razónlarazon

Cita cotidiana e ineludible con identidad propia. De costumbre inédita a hábito de gran militancia. Más que sensaciones hay evidencias que sirve de contrapeso de largas sobremesas

En tiempos de fibrilación gastronómica mediática la movilización de los hábitos hosteleros, en barras y restaurantes, no se improvisan. Mientras las agujas del reloj primaveral marcan el epílogo de este mayo otoñal nos entregamos a un interminable tardeo. El apostolado de esta cíclica costumbre que camufla la prolongación de sobremesas se fusiona, sin solución de continuidad, con los actos previos a la cena.

Buscamos el refugio del icónico tardeo en las barras favoritas para arropar la escapada gastrónoma donde se exprimen los tiempos gourmet en busca de tapas singulares y cócteles distintivos que desembocan en hábitos reconocidos. Más que sensaciones hay evidencias. Es un clamor su presencia cada vez más extendida en la hostelería de la Comunitat Valenciana.

Por mucho que haya y vengan modas hosteleras hay cosas que se mantienen y perduran como el tardeo. La experiencia y el contacto gourmet se imponen. La fuerza de los acontecimientos matutinos del almuerzo y la pujanza pertinaz del vermut nos empujan a no capitular en busca del prolongar la sobremesa con el destino final del tardeo. Sobre este asunto circula una teoría blanda y pasiva, que aspira con un punto de empalago a la irreprochabilidad. Para entenderlo, basta con echar una ojeada a determinadas barras y restaurantes e intentar acomodarse en tiempo real.

Algunos restauradores que veían el tardeo con mansa resignación y sordo enfado en tiempos primigenios ahora se benefician del espíritu de esta moda ya consolidada. El tardeo se ha convertido en una conquista cotidiana y minuciosa posterior a la sobremesa que enlaza con la costumbre del tapeo. Debemos luchar por mantener la serialización de los tiempos hosteleros.

No pretendemos analizar las causas de su afección, sino simplemente dar cuenta del hecho. El vaivén de iluminaciones hosteleras, de certezas gourmet imprevistas y de emociones cocteleras no sabidas, se transforma, afortunadamente, en nuevos hábitos de los clientes.

Ahora que tanto vivimos de hacer ruido hostelero, la consolidación del tardeo es el antídoto preciso contra cierta vulgaridad que amenaza la convivencia comensal en la hostelería de distancias cortas. Sorprende la facilidad con que las martingalas gustativas y el maridaje se instala en el día a día de la hostelería para tomar apariencia de realidad incuestionable.

Sobre el tardeo llueve un derrame de especulaciones. Es muy posible que llegados a esta tribulación los más osados pongan por delante su coartada como una declaración de intenciones para enlazar la sobremesa con la noche. ¿Cómo se armoniza semejante escenario? Tiempo y voluntad no deben faltar.

De costumbre inédita a habito de gran militancia, en continuo crecimiento, que sirve de contrapeso de largas sobremesas. Agita el ánimo hostelero y provoca la reflexión de nuevas formas del ocio. Una alianza vital en la incansable búsqueda de la óptima armonía entre gastronomía y coctelería. La variedad ayuda a entender las dimensiones de este fenómeno. Si les gusta practicarlo tienen realmente donde elegir.

Aunque aún nos queda mucho por descubrir, la hostelería está de enhorabuena. Un caudal de clientes apuran ya el tardeo vital en las terrazas. De la interacción de estos nuevos hábitos surge el bien común hostelero. No entender que, pase lo que pase, las cosas ya han cambiado es no entender nada, o muy poco. El tardeo ya no es una moda hostelera de interinidad, tiene capacidad propia de atracción cotidiana con un sentimiento refractario.

Entre la aparente excepcionalidad del contexto hostelero, de un fin de semana cualquiera, encontramos el enorme significado del tardeo. Más allá de forzados paralelismos, se impone, entre los consumidores y en sus múltiples versiones. Aunque el big bang hostelero es intermitente, a medida que el universo del tardeo se expande surgen mentideros de la coctelería universal, donde la sobremesa del gin tonic también se vuelve infinita. Transcribo con una sonrisa de esperanza. Quienes aún esperan que este artículo contenga una metáfora para merecer su consideración, no tienen más que pensar en la situación actual que vivimos. El tardeo interminable.