Iñaki Zaragüeta
Fuego de artificio en el PPCV
La infidencia, por más generalizada que esté en la política, es deleznable
La infidencia, por más generalizada que esté en la política, es deleznable
Desconozco si el PPCV necesita relevos en su estructura orgánica. Sería necesario comparar lo acontecido electoralmente en la Comunitat con lo acaecido en las otras. Mi amigo Rogelio defiende que la deriva descendente es general en toda España por lo que la responsabilidad de la derrota no es atribuible solo a Valencia.
Viene a cuento por la cena del viernes de 130 afiliados al PPCV caracterizados por la discrepancia con la Dirección regional y, sobre todo y mayoritariamente, por haber sido descabalgados de sus cargos públicos de los que disfrutaron largos años.
Hace unos días publiqué que casi todas intervenciones coincidieron en la discrepancia. Reflejé lo que allí sucedió. Al parecer, algunos lo confunden con mi opinión. No. Creo más en los valientes que se levantan en las Ejecutivas o Juntas Directivas para expresar sus pensamientos que en los cenáculos sin representación, amén de minoritarios. La infidencia, por más generalizada que esté en la política, es deleznable.
Bonig no ha de preocuparse en exceso por la velada, aunque recuerde la recomendación del Maquiavelo al príncipe tras la anexión de un territorio, «el que no gobierne bien perderá muy pronto lo que hubiere conquistado y, aun cuando lo conserve, tropezará con infinitas dificultades y obstáculos».
Los disidentes, si no quieren quedarse en «excombatientes» como les calificó el influyente columnista Fray Fuset, han de disponerse a chambear pro partido porque, esta vez es Montesquieu «las personas que tienen poco que hacer son por lo común muy habladoras; cuanto más se piensa y se trabaja, menos se habla». Demasiado fuego de artificio. Así es la vida.
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