Valencia

La alegría devota

Un Viernes Santo de emoción y un Sábado Santo de dolor dan paso a un Domingo de Resurrección. Los poblados marítimos de Valencia viven un año más con devoción su Semana Santa

La solemnidad de las procesiones es también una tradición
La solemnidad de las procesiones es también una tradiciónlarazon

Un Viernes Santo de emoción y un Sábado Santo de dolor dan paso a un Domingo de Resurrección. Los poblados marítimos de Valencia viven un año más con devoción su Semana Santa

El Sábado Santo es un día de duelo a la espera de las campanadas de medianoche que anuncian, como manda la tradición, la Resurrección de Cristo. Un día que vino precedido por la celebración del Viernes Santo, también cargado de emociones y sentimientos.

Los poblados marítimos de Valencia viven estos días en una perpetua devoción. Su Semana Santa Marinera, tan popular y reconocida, convierten a esta zona de la capital del Turia en protagonista indiscutible y centro de atención de miles de fieles y curiosos venidos de todas partes de España.

La jornada del viernes empezó a las ocho de la mañana con el encuentro de los Cristos en la abarrotada calle Barraca. Las Hermandades del Santísimo Cristo del Salvador y la del Amparo recogieron a sus respectivos personajes bíblicos y acudieron al encuentro. Más tarde y por separado, ambas corporaciones acudieron a la orilla del mar para rendir tributo a los que perecieron en el agua.

Con una saeta y posando una corona de laurel sobre las olas, los cofrades y asistentes tuvieron unos momentos de oración por la memoria de los marinos y pescadores fallecidos.

El momento del Via Crucis, que consta de catorce estaciones, llegó a las diez de la mañana. Fue en este momento cuando todas las hermandades rememoraron el camino de Jesucristo al Calvario -en alguna de ellas se representaron escenas de la pasión y muerte de Cristo-.

El Via Crucis dio paso al gran acto colectivo de la Semana Santa Marinera: la Procesión General del Santo Entierro. Tanto el Cabanyal como el Grau y Canyamelar laten cada año al paso de una procesión que durante cinco horas recorre las cuatro parroquias, empezando por Nuestra Señora de los Ángeles, continuando en el templo del Cristo Redentor-San Rafael, cruzando por Santa María del Mar y finalizando en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Ahí, se efectuó el traslado del Santísimo Cristo Yacente por parte de la Hermandad del Santo Sepulcro, una vez finalizada la profesión, al número 49 de la calle Escalante, local de la corporación donde quedó expuesto.

Al llegar las doce de la noche, las campanas de todas las iglesias sonaron para anunciar la Resurrección de Jesucristo. Las calles del Grau, Cabanyal y Canyamelar se llenaron de tracas, fuegos artificiales y música, rompiendo el silencio del Marítimo y celebrando el renacimiento. Desde los balcones se arrojaron cubos de agua y la loza vieja guardada durante todo el año.

A medianoche tuvo lugar la Procesión de Gloria, en la que la Santa Hermandad de la Muerte y Resurrección del Señor paseó la imagen de Jesús Resucitado mientras que las cornetas y los tambores sonaron con fuerza en un cortejo que tuvo un carácter especial, dando paso así al tan esperado Domingo de Resurrección.

La noche pasada fue larga, pero llena de alegría. A pesar de que la Resurrección se celebró hasta altas horas de la madrugada, hoy, antes de que el sol caliente, las calles de centenares de localidades de toda la Comunitat Valenciana ya viven los actos del nuevo día.