Los «pobres» comen peor y engordan más

«Engordamos porque comemos mal y demasiado, así que para adelgazar hay que comer mejor y menos». El mediático nutricionista francés Pierre Dukan fue ayer más allá de estas obviedades dietéticas y se aventuró a afirmar que los «pobres» corren más riesgo de sufrir sobrepeso, pues recurren más a menudo a los alimentos ricos en carbohidratos, que por lo general resultan más económicos. ««El 72 por ciento de los estadounidenses están gordos, en especial latinos y africanos, con un menor poder adquisitivo».

El polémico galo presentó ayer en Valencia su nuevo libro, «La pastelería Dukan» (RBA), que se acaba de publicar en España y que espera repetir el éxito de sus dos obras anteriores. En éste, propone un centenar de recetas que van desde las «crêpes», a las magdalenas, tartas o helados, pasando por las golosinas, «mousses» o flanes. Hay también espacio para lo español, peros sus torrijas no son como la de las mejores abuelas, las suyas no llevan pan duro, sino uno de salvado de avena «y unas gotas de aceite».

Porque, según dice, se puede adelgazar sin renunciar al placer que producen los dulces, los suyos, claro. De hecho, «se pueden tomar todos los días», aunque siempre al final de las comidas.

El deleite gastronómico que provoca el consumo de estos productos es, además, beneficioso para la salud mental. «Genera serotonina y, si ésta falta, se da la depresión. Es mejor comer estos dulces que tomar Prozac», bromeó.

También tiene claro que la dieta es el único camino para bajar de peso -no el ayuno, que califica de «experiencia psicológica más que nutricional»-. «No existen medicamentos y el deporte, si no sientes una verdadera pasión, lo dejas a los dos meses» y tampoco sirve. Como tampoco sirve la dieta mediterránea, al menos para perder peso. «Es un estilo de vida, pero si tienes que quitarte veinte kilos, no es suficiente (...) Adelgazar sólo con una dieta equilibrada no es posible».

Dukan, que el año pasado fue demandado por el Colegio de Médicos de Francia por infringir su código deontológico, admite su impopularidad entre el colectivo de los galenos. «Discrepo de los nutricionistas porque no estoy a favor del dogma de contar calorías».