Cataluña
Los regantes, contra la contaminación política del agua
Del Campo afirma que los Gobiernos inestables no favorecerán los grandes pactos
Andrés del Campo ha renovado su cargo al frente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes. Lo asume con muchos retos por delante y en medio de una situación política que considera que no será beneficiosa para alcanzar grandes pactos en materia de agua. «La mayor contaminación que tiene el agua es la política», afirmación que basa en recientes ejemplos de diferentes regiones.
Recuerda que Cataluña quiere apropiarse de una parte del Ebro, lo mismo ha ocurrido con la Ley de Aguas de Aragón y pasó en Andalucía con el Guadalquivir. «El agua no es de quien la tiene más cerca» e insta al Gobierno de España a poner orden y evitar peleas estériles por un bien común. Asegura que los regantes siempre acaban consiguiendo un acuerdo porque piensan siempre en el interés general.
En este sentido, se muestra bastante escéptico con la labor que puedan desarrollar los Gobiernos de coalición surgidos de las últimas elecciones autonómicas y municipales. Teme que sea difícil conseguir grandes acuerdos porque la inestabilidad de estas coaliciones puede llevar a ejercer políticas cortoplacistas.
Del Campo no se refiere únicamente a la construcción de trasvases que tanta controversia generan. Asegura que quedan muchas infraestructuras pendientes de ejecutar, proyectadas desde hace más de una década y en las que no se ha avanzado nada. «Seguimos hablando prácticamente de las mismas obras».
Incide en que cada día son más necesarias debido a los efectos que el cambio climático producirá en las regiones mediterráneas. Defiende de manera contundente la ejecución de obras que permitan regular los episodios de lluvias torrenciales que serán cada vez más frecuentes y además, alternadas con episodios de sequía extrema.
Embalses y regadíos
Al contrario de los que opinan que no se debe aumentar la regulación de los ríos, Del Campo defiende que gracias a estas infraestructuras España ha pasado de tener un millón de hectáreas de cultivo de regadío durante el siglo XX a 3,5 millones y a liderar la exportación de productos hortofrutícolas. «Sin las obras de regulación la población no podría vivir en los meses de verano», especialmente en la cuenca del Júcar y del Segura donde a pesar de que el estado de los embalses no es «catastrófico» será necesario poner en marcha los pozos de sequía.
El reto para los próximos años no solo es completar las infraestructuras imprescindibles para, por ejemplo, evitar las inundaciones cíclicas que se producen en el Ebro. Además de acometer estas inversiones, los regantes necesitan mayor eficiencia en sus campos.
Por un lado, reclama la finalización de la modernización de los regadíos. Admite que se ha hecho mucho trabajo pero que todavía queda alrededor de un millón de hectáreas sin riegos localizados. «Esta es la parte que corresponde a la eficiencia hidráulica, ahora debemos conseguir la energética».
El elevado coste de la energía hace muchas veces inviable el cultivo de las tierras. Así, Del Campo apuesta claramente por una transformación hacia las energías renovables que permita al agricultor producir su propia energía.
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