Murcia

Murcia: una sequía permanente

La Razón
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2017 ha sido testigo de una de las etapas de sequía más severas de las últimas décadas en España. Los expertos, además, nos dicen que normalmente estos períodos de sequía, con algunos recesos como el que estamos viviendo en marzo, se prolongan durante dos o más años, como ya ocurriera a comienzos de los años ochenta (1981-1984) y los noventa (1992-1995) del siglo pasado. La carencia de agua es letal para el medio ambiente, para la economía y, como no, para el bienestar de las personas. Sin restar ni un ápice de preocupación a los efectos que este fenómeno meteorológico está causando en nuestro país, me gustaría que todos los españoles fueran conscientes de que así es como vivimos los murcianos desde hace décadas, casi desde siempre. Murcia arrastra un déficit hídrico anual que, como una mochila llena de piedras, lastra nuestro progreso económico y social y nos sitúa en una posición marginal en un país al que contribuimos y que amamos como el que más.

Sería fácil, desde mi posición de presidente de la Región de Murcia, apelar al papel central del Estado, consagrado en la Constitución Española, para resolver este asunto. No en vano nuestra Constitución, la que nos dimos todos los españoles para ordenar nuestra convivencia, considera, en su artículo 132.2, que el agua es un bien de dominio público. Esta calificación convierte al agua en un bien público nacional, o lo que es lo mismo, el Estado es el titular o el propietario de dicho recurso. Esta consideración garantiza que el agua sea utilizada amparándose en criterios de racionalidad –artículo 45– y solidaridad –artículos 2 y 138.1–. Sin embargo, a pesar de esta titularidad estatal del agua, la tendencia actual es la de territorializar las decisiones sobre su utilización hacia las distintas Comunidades Autónomas la de despreciar esa racionalidad y esa solidaridad que están en la razón de existencia de cualquier nación seria como la española. Pero no vamos a ganar esta batalla con argumentos jurídicos. A estas alturas eso es evidente.

El agua está en el origen de los pueblos y las civilizaciones. Por eso afecta directamente al concepto de nación. Nos juntamos alrededor de una bandera y unas fronteras para compartir cosas. Cosas que nos protegen y que, desde la unidad, hacen más fuerte al conjunto que a la suma de cada una de las partes. Nadie pregunta cuando enciende la luz en casa de qué comunidad autónoma proceden los electrones. Nadie se siente mejor cuando desgraciadamente muere un soldado español y no era de su comunidad autónoma y nadie –o casi nadie– cuestiona de dónde ha salido el dinero que reciben nuestros jubilados porque para eso tenemos una caja común.

Créanme, la Región de Murcia no pide limosna. No pedimos que nadie haga un sacrificio por nosotros. Ni siquiera apelamos a la solidaridad constitucional. En España, hay agua suficiente para cubrir todas las necesidades. Es incomprensible que cada año se arrojen al mar 80.000 hectómetros cúbicos de agua cuando hay territorios que precisan de ella. Sólo pedimos que nos den, a los murcianos y a todos los territorios que sufren del mismo déficit hídrico, el agua que les sobra a otros y que se tira. Lo que hace falta son más y mejores infraestructuras que faciliten su aprovechamiento, con una visión nacional, sin enfrentamientos, aprovechando un recurso común que nos beneficia a todos.

Y los murcianos llegamos a este punto con los deberes bien hechos. El campo murciano es uno de los sectores más importantes de la economía y el empleo regionales, produce alimentos para toda España y Europa, y contribuye a la riqueza de todo el Estado. La Región de Murcia genera el 20% de las exportaciones de frutas y hortalizas de España, con tan solo el 3% del agua que se utiliza en todo el país. La Región de Murcia es líder en Europa en superficie cultivada de agricultura ecológica (el 26%, un total de 79.000 hectáreas). La Región de Murcia paga el agua más cara de España y la utiliza mejor, pues reutilizamos el 98% del agua depurada, mientras que la media nacional está en torno al 8 o 9%. La sed agudiza el ingenio y, afortunadamente, eso no falta en la Región de Murcia: el déficit estructural de agua que sufrimos nos ha obligado a dar con fórmulas innovadoras que nos permiten el máximo aprovechamiento del agua. De hecho, Murcia es la región con mayor número de empresas dedicadas a la tecnología de riego).

Los datos anteriores evidencian el compromiso de los murcianos con el agua y con la necesidad de acabar con esa sequía estructural que nos afecta desde hace ya demasiado tiempo. Sólo así podremos seguir contribuyendo al desarrollo del campo, a la creación de empleo y, en definitiva, a la riqueza y bienestar del país. Pero para conseguirlo necesitamos que todos los españoles conozcan y comprendan que el del agua es un problema que afecta, de una forma u otra, a todos los territorios del país y que debe tener una respuesta de alcance nacional y solidario, libre de partidismos y de enfrentamientos, porque el agua es un bien de todos y para todos cuyo acceso debe estar, también, garantizado a todos los españoles por igual.