Madrid Central
Atrapados en Madrid Central
A las puertas de la Navidad y en medio de la campaña comercial más importante del año, el tándem Iglesias-Carmena ha usado la primera ciudad del país como su laboratorio de pruebas para Madrid Central
A las puertas de la Navidad y en medio de la campaña comercial más importante del año, el tándem Iglesias-Carmena ha usado la primera ciudad del país como su laboratorio de pruebas para Madrid Central.
Desde este viernes, los madrileños somos rehenes del último experimento ideológico de Podemos: el cerrojazo por decreto al centro de la capital.
A las puertas de la Navidad y en medio de la campaña comercial más importante del año, el tándem Iglesias-Carmena ha usado la primera ciudad del país como su laboratorio de pruebas para Madrid Central, el eufemismo tras el que esconden su visión monolítica, sectaria y estrábica de lo que significa el progreso y la sostenibilidad medioambiental de la ciudades.
Pero es que, además, su puesta en marcha se ha hecho de la peor manera posible: sin informar a los madrileños, sin consenso y sin dar a residentes, trabajadores, empresas o turistas alternativas realistas para garantizar su libertad de movimientos en una época donde el número de desplazamientos se vuelve masivo con motivo de las fiestas.
Todas las capitales mundiales (Londres, Amsterdam, Oslo, Nueva York) que aspiran a ser ejemplo de movilidad sostenible, salud y calidad de vida están actuando para dejar paso de forma progresiva a un transporte público más eficaz, a los vehículos «verdes», al «carsharing» y a las vías peatonales y ciclistas. Este y no otro es el camino irrenunciable para tener unas ciudades más vivibles.
Sin embargo, el progreso nunca llegará por la vía del sectarismo y la imposición. El Ayuntamiento ha cerrado Madrid sin haber construido ni uno solo de los aparcamientos disuasorios que prometió hace tres años. Tampoco ha instalado paneles para informar en tiempo real sobre las plazas libres en los aparcamientos subterráneos, una medida básica presente en muchas ciudades de España.
Usuarios de talleres mecánicos, autónomos, transportistas, repartidores, comerciantes, empresas de autobuses turísticos, rutas escolares o quienes acuden al médico en el centro carecen de un registro donde inscribirse para evitar la lluvia de multas que amenaza a quienes crucen la línea morada trazada por Podemos.
Por no prever, el Consistorio ni siquiera ha pactado el más básico plan de movilidad alternativa o el refuerzo del transporte público con el Consorcio Regional de Transportes. Esta es la lamentable realidad.
Pero aún no es tarde para que Iglesias y Carmena rectifiquen. Tampoco, para que el PSOE abandone la deriva que le ata a sus socios de Podemos y para que la Comunidad de Madrid ejerza, de una vez, una labor responsable en beneficio de los madrileños. Estamos a tiempo de ofrecer a los ciudadanos soluciones en lugar de problemas y de conseguir que Madrid reciba, por fin, el impulso de futuro que necesita. La elecciones están a la vuelta de la esquina. El retorno del sentido común, también.
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