Restringido

Avenida de América libre de obras

Tras tres años en obras, este fin de semana se han retirado las últimas vallas que provocaban interminables atascos. La renovación de la plaza ha aumentado el espacio para los peatones

Después de tres años de obras, este fin de semana desaparecieron las vallas del entorno del intercambiador de Avenida de América
Después de tres años de obras, este fin de semana desaparecieron las vallas del entorno del intercambiador de Avenida de Américalarazon

Durante los tres últimos años, Avenida de América se ha convertido en un punto negro para el tráfico de la capital. El motivo de los incesantes atascos hasta el cruce de Francisco Silvela con esta calle y su continuación por María de Molina no es otro que las obras de remodelación del intercambiador de transportes de 47.000 metros cuadrados (con cuatro plantas subterráneas) que da servicio a buena parte de los municipios del noroeste de la Comunidad y que también acoge líneas de autobús de largo recorrido y Metro. Unos trabajos que este fin de semana han desaparecido de los ojos de los madrileños para continuar, eso sí, bajo la superficie.

Y es que, según informaron fuentes de la Consejería de Transportes, las obras para ampliar las áreas peatonales sobre el intercambiador (hasta 7.800 metros cuadrados a pie de calle han estado ocupados durante dos años por la maquinaria y los utensilios necesarios para los trabajos) por fin han concluido. Las subterráneas, que afectan a las cuatro plantas bajo rasante de esta infraestructura terminarán este verano con cerca de un año de retraso respecto a los plazos previstos al inicio de la obra.

Con las vallas y las lonas ya guardadas, los vecinos de esta vía que divide los barrios de Prosperidad y Guindalera pueden comenzar a disfrutar de una nueva plaza, cuyo aspecto no tendrá nada que ver con el que lucía tras su anterior remodelación en 1998. El área, en la que convivirán las zonas peatonales con las de circulación, los taxis, y las de carga y descarga que dan servicio a los negocios aledaños al intercambiador, tendrá más espacio para los viandantes que contarán con nuevas zonas ajardinadas y paseos (nada menos que 2.500 metros cuadrados). Además, el carril de acceso y espera de taxis se ha desplazado hacia el norte con lo que la plaza dispone de más espacio libre frente al edificio principal del intercambiador.

Pero ésta no es la única novedad, la renovación también ha servido para dotar a la infraestructura de transportes de Avenida de América de materiales «inteligentes». Los edificios del nuevo intercambiador estarán recubiertos de un material que absorbe el ruido y reducirá el que provoca el continuo paso de vehículos que con la A-2 como destino o procedencia recorren la arteria madrileña. La mayor área de estancia para los vecinos estará en el lado más cercano a la calle Mataelpino, que quedará protegida del nivel acústico de Avenida de América por el propio edificio de acceso al aparcamiento.

Accesible

Además de luchar contra el ruido, en esta remodelación también se ha tenido en cuenta la contaminación. Grandes jardineras, cambios en el sistema de iluminación de la plaza... el espacio que queda libre sobre el intercambiador es también ecológico. Según informó el Consorcio Regional de Transportes, el suelo con el que se ha solado la plaza tiene una composición que aprovecha la energía solar y que, a través de una aceleración de la reacción fotoquímica, produce la degradación de contaminantes atmosféricos y elimina los óxidos de nitrógeno y contaminantes orgánicos volátiles. También es más accesible porque con la obra se han resuelto los problemas de entrada al intercambiador que provocaba el desnivel de la plaza.

Esta semana los empresarios de la zona acogían la noticia del fin de las obras en superficie entre la alegría y el excepticismo. «Primero vamos a ver si es que han acabado de verdad», señalaba el pasado jueves un responsable de la cafetería Hontanares. En este negocio aún no saben si la próxima reapertura del intercambiador les beneficiará o si, por el contrario, la vuelta de los autobuses que ahora paran próximos a su puerta les va a arrebatar clientela. El negocio potencial de esta infraestructura deja con la boca abierta: este intercambiador registra al año 61 millones de viajes, cuando el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas registró 39,7 millones en 2013. «Ha sido muy aburrido», explicaba María, de una empresa de flores de esta calle, el proceso de reforma que ha metido varias líneas de la EMT en pleno barrio residencial y de oficinas. Aunque los peor parados han sido los propietarios de negocios a pie de calle, unos empresarios que dirán con mucho gusto adiós a las obras en Avenida de América.