Comunidad de Madrid
Vítores para Cifuentes e indiferencia con Carmena
La presidenta tardó dos horas en recorrer cien metros por la pradera. La alcaldesa llegó con el tiempo justo a la misa que celebró Osoro
La presidenta tardó dos horas en recorrer cien metros por la pradera. La alcaldesa llegó con el tiempo justo a la misa que celebró Osoro
Donde sí se reunieron todos los políticos madrileños fue en la Pradera de San Isidro. A mediodía, el entorno de la Ermita hervía de chulapos y castizos en busca del agua del santo, las rosquillas, entresijos y gallinejas. Cada uno por su lado y con distintas bienvenidas, los representantes de la Comunidad y el Ayuntamiento recorrieron las casetas. Los «ciudadanos» Ignacio Aguado y Begoña Villacís repartían claveles naranjas y ésta se hizo un lío con la comunión y la ofrenda durante la misa en la pradera presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que no dejó concejal ni diputado sin estampita del santo. La portavoz socialista, Purificación Causapié se saltaba la liturgia y adelantaba a todos en el paseo por las casetas y dos chulapas de Podemos y Ahora Madrid, Tania Sánchez y Esther Gómez, celebraron tanto el santo como el aniversario del 15-M.
La presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, se hacía los cien metros en dos horas porque no hubo madrileño al que no saludase en la poca distancia que separaba el escenario de la misa de la caseta del PP. Entre vítores y muestras de cariño, a Cifuentes le dio tiempo a cumplir con prácticamente todas las tradiciones: beber agua del santo, marcarse un chotis con los castizos, compartir claveles con los portavoces de Ciudadanos, ir a la misa y hasta a comer gallinejas, entre selfie y selfie con todos los ciudadanos que se paraban junto a ella. Y aún sacó tiempo para la corrida de toros en Las Ventas.
Menos éxito tuvo en su recorrido la alcaldesa. Quizás porque llegó con el tiempo justo para la misa, o porque iba en formación entre la concejala de Equidad, Marta Higueras –que intentó sin éxito ceder su puesto en la Eucaristía–, el de Seguridad, Javier Barbero, y la concejala de Carabanchel, Esther Gómez; pero pocas fueron las veces que se paró con los madrileños que paseaban por la pradera. No porque ella no quisiera, ya que atendió de mil amores a quien se paró con ella, sino porque pasó desapercibida pese al espectacular mantón de manila que escogió para recorrer el paseo de la Ermita.
Es más, tuvo que vivir un momento algo desagradable cuando al acercarse al escenario de la misa sufrió pitos y abucheos por parte de algunos desencantados con su gobierno. Y, antes de empezar la ceremonia, hubo un momento de confusión con la atención que la Prensa prestaba a la portavoz del PP, Esperanza Aguirre, que lamentó que se hubiese hecho coincidir algunos de los actos más importantes del día –la entrega de las medallas y el izado de la bandera de Colón y la misa de la Colegiata de San Isidro–. Manuela Carmena quiso responder a los periodistas cuando apenas un puñado de redactores estaba junto a ella. Aún así, la alcaldesa decidió reconciliarse con el santo, al que llamó «vago» el año pasado, y pedirle al San Isidro «simpático y campechano», un «Madrid mejor en todo y para todos».
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