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El miedo de Ciudad Lineal
Los vecinos evitaban ayer el parque donde fue secuestrada la niña de 9 años: «Hasta ahora aquí jugaban sin miedo». Patrullas de Policía Local y Nacional «peinan» el barrio desde la tarde del jueves tras la pista del agresor
Entre el estupor y algo de psicosis continúan viviendo los vecinos de San Juan Bautista dos días después de que un desconocido raptara y violara a una niña del barrio de apenas nueve años. Los detalles que se han conocido del suceso, el cerco policial en torno al sospechoso y la incredulidad generalizada de que algo así pueda ocurrir en sus calles monopolizaban las conversaciones. «En esta zona, los niños de esa edad se mueven en pequeños grupitos sin miedo. Juegan, van a comprar golosinas y patatas y corretean sin ningún peligro. Nadie puede imaginar que un desalmado de fuera venga aquí y haga eso», comenta indignada una de las pocas vecinas que a media tarde recorrían el parque alrededor del que ocurrió todo. A la cautela de algunos padres de evitar la zona al menos hasta que el raptor sea detenido se unió lo inestable de la tarde en lo climatológico y el hecho de que fuera el primer día de vacaciones de Semana Santa para muchas familias para dar un toque algo fantasmagórico al entorno de la calle Cidamón y el parque Flori. La constante vigilancia de varios vehículos de agentes de las policías Local y Nacional era el único elemento que alteraba este paisaje.
El barrio de San Juan Bautista, en plena Ciudad Lineal y lindante con la M-30 y la calle Arturo Soria, es fundamentalmente un enclave residencial. Y si se pide a los vecinos que lo describan, casi todos ellos coinciden en subrayar que es «tranquilo y seguro». El relato de los hechos con el que trabaja la Policía tiene su primera parada en el parque en el que la niña se encontraba jugando con sus amigas. Poco después de las ocho y media de la tarde, pidió permiso a su madre para acercarse a comprar chucherías a un comercio de comestibles situado en la propia calle Cidamón. Una tienda regentada por un ciudadano chino y que suele convertirse, cuando salen los alumnos de los colegios próximos y durante los fines de semana, en punto de peregrinación de numerosos grupos de niños. Allí, según los testigos, la pequeña fue asaltada una vez que abandonó la tienda. Fue convencida por el secuestrador de que, por indicación de su madre, debía acompañarle. Allí se perdió el rastro y comenzó un dispositivo policial y ciudadano. Fugado con la niña, el sospechoso la trasladó hasta una vivienda, donde abusó sexualmente de ella y la drogó para abandonarla. Cinco horas después de que pidiera permiso a su madre para ir a la tienda con sus amigas, la niña apareció desorientada junto al Metro de Canillejas.
Pero más allá de lo que sucedió en las cinco horas del rapto, lo que más desconcierto suscita entre los vecinos es el lugar que el hombre que ahora busca la Policía eligió para persuadir a la niña de que se fuera con él. Fundamentalmente porque, como insiste uno de los clientes de la peña bolística a la que habitualmente acude a desayunar la madre con la menor, es una calle en la que siempre «hay mil ojos». Y un simple vistazo al entorno confirma la descripción. El parque San Juan Bautista –de forma rectangular y en el que se integra una zona ajardinada, un área de juegos infantiles y dos canchas de fútbol sala– está flanqueado en tres de sus cuatro lados por bloques de viviendas. El Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo completa el perímetro. Para completar las pocas decenas de metros que separan el parque infantil de la tienda La Abuela Manuela, el grupo de niñas del que formaba parte la menor secuestrada tuvo que cruzar una calle de un carril y adentrarse en una zona peatonal de la calle Cidamón. En uno de los bajos está situada la tienda de chucherías. Justo ese punto, en el que se produjo el secuestro, se encuentra a la vista de dos grandes edificios de pisos con terrazas. Los «mil ojos» de los que hablan los vecinos han permitido el trazo del retrato robot que todos ellos recitan de memoria y que esperan pueda desembocar en su detención pronto: «Se merece pudrirse en la cárcel el resto de su vida».
De la llamada a la colaboración a la indignación en Twitter
Fue Twitter el primer canal que sirvió para dar la voz de alarma en torno al secuestro de la niña de Ciudad Lineal. Y también ha sido esta red social la que ha servido para canalizar la indignación de quienes no dan crédito de los detalles del suceso y de aquellos que reclaman una pena ejemplar para su autor. «Atentar contra la inocencia de un niño y abusar de él degrada al que lo hace»; «todos estaríamos más seguros si se colocasen cámaras de videovigilancia para controlar la vía pública en las fachadas»; «la sociedad ha de protegerse de elementos como éste».
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