Política
En alta voz
Corría el mes de octubre del año 1993 cuando quien escribe estas líneas iniciaba su andadura universitaria por los pasillos de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM. La curiosidad y el ejemplo de mis hermanos, que años antes habían fundado una asociación de estudiantes en la Facultad de Derecho, hizo que, en mis horas libres, deambulara por la facultad buscando las asociaciones que formaban parte de la vida universitaria.
Recuerdo aún que por allí estaban Spot, Atlántida, Audi, Información y Libertad y... ALTAVOZ. Era una asociación de profesores y alumnos que surgió para ofrecer formación extracurricular y prácticas a los alumnos de la facultad. Curso del 93 en Onda Mini; las prácticas en el Gabinete de Radio de la facultad; la organización de seminarios, conferencias y eventos con profesionales del sector, y las conversaciones con un jovencísimo profesor Fernando Peinado me hicieron dar el paso y entrar a formar parte de la familia de ALTAVOZ.
Durante mis años en la asociación coincidí con muchísimos compañeros de diversa ideología. Pero si algo nos unía a todos, era el altruismo y el compañerismo no sin cierta carga de corporativismo ante los vaivenes que ya sufría la carrera de periodismo con las terceras vías y vía crucis varios.
Recuerdo a mis queridos Mario Noya, Chus Gago, Paco Álvarez, Lolo Fernández, Víctor Núñez... Y a Isabel Díaz Ayuso, una persona con determinación, con talento y con un profundo sentido de la justicia, pero, sobre todo, una persona de las que siempre, siempre, mira a los ojos cuando habla.
Isa entró en la facultad cuando ya andaba un servidor en cuarto de carrera y más bien baqueteado en la vida política de la universidad. De ella recuerdo su timidez, su humildad, su carácter afable y su predisposición a ayudar y a participar en todos los saraos que organizábamos. Al cabo de poco tiempo y sin hacer ruido estaba metida en todos los jardines.
Para quiénes «no te conocen ni te sienten», como diría Silvio Rodríguez, esa es Isabel Díaz Ayuso. Ante lo que está pasando con Isa, estoy seguro de que Víctor nos recordaría las palabras del cardenal Richelieu: «Mostradme tres líneas escritas de puño y letra del hombre más honrado del mundo y encontraré motivos para hacerlo ahorcar».
Paco hablaría acertadamente de «la sospechosa alineación de los astros de la prensa progre, que, de manera casual, y fruto del ímprobo “periodismo de investigación”, el mismo día y a la misma hora abren sus ediciones digitales con historias de padres, de casas y hasta de perros, no importa de cuándo, no importa el contraste de la información, no importa la fuente, solo la posverdad pura».
También me habla estos días Paco, por cierto, hombre convencido de izquierdas, de la falta de ética periodística, en la que con su gracejo me dice que «no entiende ese afán inquisitorial contra ella, esa coincidencia de ladridos que, ignorando el perro no come perro, aúllan, y dando esos mordiscos preventivos a la libertad que encarna y nos va a traer Isa a Madrid, dice que sólo puede significar una cosa: ladran (y Pecas, más) luego Isa cabalga».
Yo, por mi parte, solo querría transmitir desde las líneas que me ofrece esta tribuna, que hay mucha gente esperando su investidura, aquellos ciudadanos que votaron al Partido Popular, aquellos que votaron a los partidos que apoyan el pacto, aquellos que creen en la democracia y el resultado de las urnas también cuando pierden, y, sobre todo, muchos compañeros que estamos dispuestos a defender la justicia en ALTA VOZ.
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