Historia

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Francisco Marhuenda analiza la figura de Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli

Francisco Marhuenda, en una imagen de archivo
Francisco Marhuenda, en una imagen de archivolarazon

Durante una conferencia pronunciada en la Real Asociación de Hidalgos de España, el director de LA RAZÓN y titular de la Cátedra de Historia de las Instituciones (URJC), Francisco Marhuenda, analizó el pasado jueves la figura de Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, figura determinante en la Corte de Felipe II pero muy poco reconocido en los libros de Historia. Marhuenda detalló la ascensión al poder de Ruy Gómez de Silva, segundo hijo de los Señores de Ulme y Chamusca, localidad portuguesa dónde nació en el año 1516.

El profesor Marhuenda recordó cómo Gómez de Silva, acompañando a su abuelo Rui Teles de Menezes, en 1526, en el traslado al Reino de Castilla de la corte de Isabel de Portugal, entró como menino al servicio de la Emperatriz. El nacimiento del príncipe Felipe, en 1527, motivó la cercanía de Ruy al pequeño, siendo compañero habitual de juegos, lo que le unió en una estrecha amistad durante toda su vida.

Cuando Felipe tuvo casa propia, en 1548, Ruy fue nombrado uno de los cinco gentileshombres de cámara del príncipe, marcando el inicio de su fulgurante carrera política. Recibió todo tipo de cargos y honores: fue consejero de Estado y Guerra, intendente de Hacienda, primer mayordomo del príncipe Carlos y príncipe de Eboli. Según aseguró Francisco Marhuenda, su influencia en la corte española fue tan grande como la que ejercía su gran adversario Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba de Tormes. Ruy Gómez de Silva y el III duque de Alba se enfrentaron por cuestiones como la sublevación de los Países Bajos, que el primero prefería solucionar por la vía del compromiso, proponiendo un sistema pactista, mientras que Alba confiaba más en la fuerza y la represión. Curiosamente, el pacifista Ruy era partidario de la guerra con Inglaterra, que no deseaba el duque de Alba.

Su matrimonio con Ana de Mendoza de la Cerda, de la poderosa Casa de Mendoza; sus relaciones con el secretario del Rey, Antonio Pérez, o sus cada vez mayores posesiones en La Alcarria, fueron abordadas también por el director de LA RAZÓN, quién recordó finalmente cómo Ruy Gómez de Silva compró las villas de Estremera, Valdeacerete y Pastrana, en Guadalajara. El agradecimiento de Felipe a la colaboración prestada se consumó con el nombramiento de duque de Estremera, título que Ruy cambió en 1572 por el ducado de Pastrana con Grandeza de España.

Al final del acto se celebró un debate en el que participaron los miembros de la Real Asociación de Hidalgos de España, que llenaron la sala de conferencias.