Fotografía

García Rodero, entre el cielo y la tierra

Reúne sus trabajos en Etiopía en «Lalibela», una de las muestras que abren PHotoEspaña.

Una niña y una mujer, en la ciudad de Lalibela
Una niña y una mujer, en la ciudad de Lalibelalarazon

Reúne sus trabajos en Etiopía en «Lalibela», una de las muestras que abren PHotoEspaña.

Cristina García Rodero ha fotografiado la religiosidad desde casi todos los ángulos, con sus sombras y sus luces, con sus gestos y sus expresiones, con sus ritos y sus ceremonias, con su carga de renuncias totales y sus entregas absolutas. Cristina García Rodero arrastra una mirada particular, que rehúye de la masa, la gente, y se concentra en el individuo, en lo particular, como si en el reducido espacio de una sola persona pudiera arrinconar las respuestas a sus preguntas. Hace casi veinte años inició un proyecto que se encuentra entre lo material y lo espiritual, un trabajo que ahondara en la mística del trance, que continúa siendo un misterio entre insondable y literario. Con esa idea, y con la curiosidad de las almas que han venido desposeídas del caprichoso don de la fe, emprendió una serie de viajes por diferentes países. «Lalibela», una de las muestras que ayer abrió PHotoEspaña, reúne las fotografías que ha hecho en esta ciudad etíope desde 2000 hasta 2009.

Bajo las estrellas

«Empecé con este proyecto en los noventa. Quería explorar el vínculo entre la espiritualidad y la carne. En Haití me acerqué a la experiencia del trance; en la India, en la espiritualidad. En Etiopía acudí a Lalibela, una ciudad empobrecida por las guerras y las hambrunas que hasta hace muy poco ni siquiera podías entrar», comentó la fotógrafa durante la presentación en el Teatro Fernán Gómez. Cristina García Rodero se acercó a esta comunidad de cristianos, rodeada de musulmanes, cuyos templos se retrotraen hasta el siglo XII. En esa pequeña urbe, erigida como una humilde imitación de Jerusalén, se encontró con docenas de creyentes y peregrinos que acuden diariamente allí para buscar esperanza. «Después de lo que ha sufrido, este pueblo se refugia en el contacto con Dios; en este lugar privilegiado que es de concentración para cristianos. Comen lo que tienen, duermen bajo las estrellas; es un cristianismo que se mantiene puro, aunque conserva ciertas reminiscencias judías. Yo caminaba entre ellos intentando comprenderlos, esforzándome en saber cómo son realmente, por qué esa fe que yo nunca logro entender». Situada a 2.600 metros de altitud, en una de esas geografías donde la tierra está a un palmo del cielo, Cristina García Rodero captó la belleza escondida de ese paisaje de iglesias excavadas en la roca, modeladas en las entrañas de las montañas y que rezuman la insólita sensación que dejan en la retina las antiguas escenas bíblicas que recrean algunas famosas ilustraciones que se incluyen en los libros sagrados.

Esta colección de impactantes imágenes arrastran al público a un lugar trascendente, a pesar de que respirar una tremenda materialidad. Y es que lo que Cristina García Rodero ha captado con su cámara no es el retrato de un con-junto de gentes, sino la instantánea de un viaje simbólico, el que protagonizan todos esos creyentes, guiados por sus sacerdotes y su ancestral fe.