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La avaricia de Adelson trunca Eurovegas
No va más. La jugada del millonario estadounidense Sheldon Adelson para aterrizar con su emporio de casinos en Madrid vivió ayer su último movimiento. No habrá Eurovegas finalmente sobre los terrenos del distrito norte de Alcorcón.
No va más. La jugada del millonario estadounidense Sheldon Adelson para aterrizar con su emporio de casinos en Madrid vivió ayer su último movimiento. No habrá Eurovegas finalmente sobre los terrenos del distrito norte de Alcorcón. Las exigencias de última hora planteadas a Moncloa han terminado por hacer naufragar un proyecto cuya negociación cumplió dos años en noviembre. A media mañana, la empresa americana confirmaba su renuncia: «No vemos un camino que pueda conducir a obtener los criterios necesarios para sacar adelante este desarrollo a gran escala. Como resultado, ya no perseguiremos esta oportunidad», reconocía el propio Adelson a través de un comunicado.
El desenlace, fraguado en las dos últimas semanas, terminó de escribirse cuando el equipo de Adelson en España planteó al Gobierno central una serie de medidas incompatibles, según Moncloa, con la legislación española y europea. Dentro de estas condiciones «inasumibles», la empresa estadounidense propuso recibir una indemnización equivalente a su inversión, si con el tiempo y como consecuencia de un cambio de Gobierno –tanto a nivel nacional como autonómico–, se modificaban las condiciones en las que arrancaba el proyecto. Según el planteamiento esbozado por los hombres de Adelson, si el proyecto, fundamentalmente en sus primeras fases, resultaba deficitario como consecuencia de esos cambios legales, también debería ser compensado por los daños originados. «No se puede asumir una indemnización por un cambio normativo futuro», subrayó ayer Soraya Sáenz de Santamaría tras el Consejo de Ministros.
«Una cosa es tener flexibilidad y otra cumplir lo imposible», reconocían a LA RAZÓN fuentes cercanas a la negociación. Y es que más allá del blindaje jurídico, Las Vegas Sands también puso encima de la mesa la necesidad de que España diera luz verde a nuevos incentivos fiscales –entre ellos, una brutal rebaja en la tributación del juego– y crediticios, así como limitaciones a la entrada de nuevos operadores en el mercado. Exigencias que provocaron el «no» del Gobierno, respaldado en este punto por las autoridades de la Unión Europea, a través de un dictamen de la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea del comisario Joaquín Almunia.
Estas propuestas «inasumibles» se han unido a otros obstáculos, como la reticencia del Gobierno a reformar la ley antitabaco para permitir fumar en espacios reservados de los casinos o la exigencia de restringir al máximo el juego on-line, tal y como también habían sugerido en las últimas fechas los negociadores de Las Vegas Sands. En este contexto, tampoco ayudaron la elección de Tokio como sede olímpica para los Juegos de 2020 ni las dudas existentes –manifestadas en público por algunos ministros– en torno a la capacidad de financiación de la empresa para llevar a cabo las tres fases del proyecto. Pese a la renuncia, Las Vegas Sands agradeció en su comunicado la disposición de las autoridades españolas: «El Gobierno de España, y especialmente la Comunidad de Madrid, han trabajado de forma continua en esta oportunidad con los intereses de los españoles en mente y deberían ser elogiados». Respecto al futuro de la inversión, Adelson y Leven apuntaron ayer a Asia y en concreto a posibles desarrollos en Corea del Sur y Japón, país este último que, además de su condición de futura sede olímpica, acaba de iniciar los trámites para permitir los casinos en su territorio. Un anuncio con el que la empresa da carpetazo al intento del magnate de Nevada de abrir un megaproyecto en Europa. Un sueño personal de Adelson truncado por su obsesión por convertir Eurovegas en un oasis legal.
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