Crisis del PSOE
de Simancas
El ex presidente de la gestora del PSOE-M reaccionó groseramente ante las críticas de una delegada tras la votación del pucherazo
Más que una grosería, la peineta que el ex presidente de la gestora del PSOE-M, Rafael Simancas, dedicó a la diputada regional, Noelia Martínez, fue el primer disparo de la guerra civil que estalló el pasado viernes entre los socialistas madrileños. Para muchos, «el congreso ordinario empieza ahora» y ya hay quien busca un líder para sustituir a una Sara Hernández cuya Ejecutiva tiene el dudoso honor de ser la primera con menos votos que los que obtuvo ella en la elección de secretario general.
Los motivos de este mal resultado son dos: por una parte, muchos de los secretarios generales de las agrupaciones pequeñas estaban indignados por la reforma de los estatutos en la que se les restaba representatividad en los órganos de dirección del partido; y, por otra, porque Juan Segovia, su oponente en las primarias, no fue el único que se quedó fuera del equipo de dirección de Hernández, a varios dirigentes socialistas les prometió cargos que luego no cumplió.
Con la candidatura ya presentada y los ánimos muy encendidos, llegó el debate sobre la reforma estatutaria que los delegados se habían encontrado en el Congreso extraordinario y en el que la diputada regional, Noelia Martínez –destacada «tomasista»–, criticó abiertamente la merma en la representación de los pueblos con menos habitantes de la región. Tras el primer recuento en el que quedó patente que había un pucherazo puesto que había más votos que delegados, el presidente de la mesa del congreso, José Manuel Franco, pidió a los delegados que salieran para repetir la votación. En el camino, Martínez comentó que era «patético y lamentable» lo sucedido, adjetivos que fueron escuchados por Simancas y a los que respondió con una desagradable peineta. «Varios compañeros que iban conmigo le increparon no sólo por el insulto sino porque, como presidente de la gestora, no podía expresarse así», explica la diputada regional. Sin embargo, lejos de contenerse, Simancas volvió a la carga con un «¡que te den!», según asegura Martínez. «Estaba fuera de sí», añade.
La tensión en el partido ha ido in crescendo desde que Pedro Sánchez entró con su gestora como un elefante en una cacharrería tras apartar de la noche a la mañana a un Tomás Gómez que aglutinaba todo el respaldo de los militantes. Y, tras el breve periodo de calma posterior a la elección de Ángel Gabilondo como candidato a los comicios autonómicos, los militantes han vuelto a las trincheras en el congreso extraordinario, organizado un viernes laborable y con cuestiones tan relevantes como la reforma estatutaria comunicadas en el último momento. La ejecutiva sin integración y el pucherazo han sido el cisma definitivo para lo que muchos consideran «un congreso cerrado en falso».
De hecho, varios secretarios generales municipales se reunieron horas después para estudiar su estrategia de cara al próximo curso y, especialmente, al congreso ordinario que tendrá lugar en marzo. La cuestión clave es encontrar un líder en torno al cual formar la oposición a Hernández y su Ejecutiva «acólita de Ferraz». Según explicaron fuentes del partido, Juan Segovia cometió un «error de principiante» al no presentar una candidatura alternativa y consideraron que muchos de los votos que obtuvo el oponente de la alcaldesa de Getafe en las primarias no fueron tanto por apoyarle a él sino por enfrentarse a la candidata de Pedro Sánchez.
Mientras tanto, Hernández aseguró ayer que el PSOE-M está 100% unido después del congreso y es un partido en el que «se valora la diversidad». Cuestionada por el pobre resultado obtenido por su nueva dirección –55,44% de votos, menos que el 57% que obtuvo en su elección–, la líder socialista recordó que hubo sólo siete votos de diferencia cuando José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido.
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