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El túnel de la muerte

Las imágenes inéditas del vomitorio tras la tragedia evidencian su escasa dimensión. La pista del Madrid Arena vacía no parece que pueda acoger a 3.600 personas

Exterior del Madrid Arena
Exterior del Madrid Arenalarazon

Desde el mismo 1 de noviembre, los testigos de la avalancha mortal del Madrid Arena aseguraron que el pabellón se convirtió en una trampa para los asistentes: «La gente está taponada. Yo no puedo salir y la gente se está ahogando», alertó una de las primeras personas que avisó al 112 desde dentro del Arena. Los abogados de las cinco jóvenes fallecidas calificaron este miércoles, en su visita a las instalaciones, aquel vomitorio mortal de «ratonera». Consideraciones que quedan certificadas por las imágenes del interior del recinto a las que ha tenido acceso LA RAZÓN, instantáneas de la pista central, del vomitorio en el que se vivieron las escenas más angustiosas, de la enfermería y del resto de zonas comunes del Arena, ya sin las miles de personas que acudieron a la macrofiesta pero que ayudan a comprender lo que pudo ocurrir en aquellas horas. La pregunta generalizada es cómo pudieron meter en ese recinto a tantos miles de personas.

En estas fotografías, el vomitorio por el que trataron de abandonar la pista de baile centenares de jóvenes no solamente llama la atención por su estrechez (apenas tres metros) y su escasa altura, que a los abogados les pareció «claustrofóbica». En aquel espacio coincidieron los que querían abandonar y los que querían ver de cerca el concierto de Steve Aoki. También resulta sorprendente el hecho de que el suelo de la salida tenga un desnivel, circunstancia esta que, según los testigos, provocó tropezones y caídas entre los asistentes, lo que, sin duda, multiplicó el caos y dificultó aún más la vía de escape. De hecho, tal y como recoge el atestado policial, María Teresa, una de las fallecidas, se tropezó, según el testimonio de una amiga, tras querer acceder a la pista por este pasillo y darse la vuelta allí mismo al comprobar la peligrosidad del tumulto formado en ese punto. Estas rampas y desniveles están configuradas para desaguar la parte central del recinto en caso de necesidad, a través de pasillos como el fotografiado, y por el que, cuando se celebra un acontecimiento deportivo, quedan comunicados los vestuarios con la pista de juego.

También en las imágenes del interior del Arena se puede observar, en la parte izquierda de este vomitorio, la puerta que entre varios controladores de acceso y algunos jóvenes lograron arrancar para encontrar un escape de emergencia. Se trata de la puerta de acceso a una pequeña sala que, en los acontecimientos deportivos, sirve para que se realice el control «anti-doping». La noche de Hallooween, aquella puerta estaba cerrada. Presos de la angustia, algunos de los «atrapados» lograron derribarla, reduciendo posiblemente así el número de heridos, y quién sabe si de fallecidos.

Las fotografías de la pista central ayudan a comprender el agobio vivido allí, sobre todo teniendo en cuenta que el aforo máximo estimado para esta área ronda las 3.700 personas y que, sin embargo, allí se congregó una parte más que significativa de las cerca de 17.000 personas que, como mínimo (según las entradas vendidas), se calcula que accedieron al evento.