Comunidad de Madrid

Línea 1 de Metro: ¿Parada en la estación Sorolla?

Tataranietos del pintor buscan reunir 10.000 firmas para renombrar la estación de Iglesia con el apellido del artista, recuperando el nombre que tenía en los años 30. ¿Su meta? Impulsar la Casa-Museo, a 100 metros de la boca de metro.

Luis González-Almarza, tataranieto del pintor, en el andén de la parada de Iglesia, junto a una reproducción de «Paseo a orillas del mar». Foto: Alberto R. Roldán
Luis González-Almarza, tataranieto del pintor, en el andén de la parada de Iglesia, junto a una reproducción de «Paseo a orillas del mar». Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Tataranietos del pintor buscan reunir 10.000 firmas para renombrar la estación de Iglesia con el apellido del artista, recuperando el nombre que tenía en los años 30. ¿Su meta? Impulsar la Casa-Museo, a 100 metros de la boca de metro.

Línea 1. Entre las estaciones de Pinar de Chamartín y Valdecarros. Paradas en Sol, Gran Vía, Tribunal, Bilbao... ¿y Sorolla? Si Velázquez y Goya han quedado inmortalizados en el subsuelo de la capital, ¿tendría hueco en el plano del Metro de Madrid nuestro maestro impresionista? Ésa es la intención de Luis González-Almarza. Trabajador en una empresa de energía eólica, afirma que no se le da mal pintar, pero no hasta el punto vivir de los pinceles. Precedentes hay en su familia. La descendencia por vía materna ha sepultado su pictórico apellido hasta el octavo puesto. Luis es uno de los tataranietos de Joaquín Sorolla. Y decimos «uno» porque asegura que puede haber cerca de un centenar. Pero de todos ellos, han sido él y su hermana Marta los que se han marcado un objetivo: que los cerca de 200.000 usuarios que cada día pasan por la línea azul lean el nombre de su tatarabuelo en los carteles que actualmente indican «Iglesia». Ya son 1.200 apoyos los recabados en metro-sorolla.org, la web que han habilitado. La respuesta en redes sociales está siendo positiva: más de 1.000 likes de Facebook y más de 500 retuits. ¿La meta? Llegar a 10.000 firmas y presentarlas ante el Consejo de Administración de Metro a finales de este año. Una «cifra significativa» con la que se sentirían respaldados.

«Es una idea que la familia venía barajando por el centenario de su muerte, que se cumple en 2023. Pero mi hermana y yo vimos que el centenario del Metro de Madrid se cumple en 2019. Y pensamos que uno de los eventos podía consistir en devolverle el nombre a la estación. Creemos que, por su reconocimiento internacional, merece una parada. No en vano, la boca de metro se encuentra en la Glorieta del Pintor Sorolla. Sería un atractivo para millones de turistas, acercaría el patrimonio cultural a los madrileños y facilitaría las visitas al Museo Sorolla, que está a apenas 100 metros», explica Luis a LA RAZÓN.

Sí, devolverle el nombre. Indaguemos un poco en la Historia. En 1919, Alfonso XIII inauguró el primer tramo del Metro, que recorría Sol-Cuatro Caminos. Una de sus estaciones era Iglesia, dado que allí se encontraba –y se encuentra– la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel, en pleno corazón de Chamberí. Con la proclamación de la II República, en 1931, las autoridades renombraron la estación: Sorolla. Principalmente, porque a apenas 100 metros, en la calle General Martínez Campos 37, estaba ubicada la casa del pintor, hoy el Museo Sorolla. Después, con el fin de la Guerra Civil, tras ocho años, se le devolvió el nombre de Iglesia. Eso sí, en contrapartida, el régimen cambió en los años 60 el nombre de la Plaza de la Iglesia por el de Glorieta del Pintor Sorolla.

Primera aclaración: que nadie confunda esta petición con las reivindicaciones de memoria histórica que, sin ir más lejos, se están materializando estas últimas semanas con el cambio de placas de cerca de medio centenar de calles. «Cuando la gente lee la petición, es lo que entiende de primeras. Y no tiene nada que ver. Ni con la recuperación de la memoria histórica ni con un ataque a la Iglesia. Soy una persona creyente y practicante. De hecho, suelo ir los domingos a la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel», explica Luis.

Además, Sorolla no era un pintor significado políticamente. Nacido en Valencia, se trasladó a Madrid en 1889 junto a su mujer, Clotilde, estableciendo su domicilio en Martínez Campos. Tuvo una muy buena relación con Alfonso XIII, el monarca exiliado tras la II República, al que inmortalizó en varios retratos. Fue en esa casa, diseñada por él y hoy el museo, donde también se aprecian sus señas artísticas: la luminosidad, la calidez de los jardines... A su muerte, Clotilde legó la casa y sus obras al Estado, que inauguró el museo en 1932.

Otra «traba» que les ha costado críticas: el coste. «Intentamos informarnos, pero Metro no puede facilitar esos datos. Creemos que cambiar toda la cartelería supondría un coste de entre 50.000 y 60.000 euros», dice Luis. Por ello, están «contactando con entidades culturales» que podrían colaborar en la iniciativa. Por ejemplo, el Atlético de Madrid apoyó económicamente el cambio de nombre de la estación Estadio Olímpico de la Línea 7 por el de Estadio Metropolitano. Un detalle: los cuadros de Sorolla ya están en los andenes de Iglesia. Son un total de cuatro, entre ellos una reproducción de «Paseo a orillas del mar».

El Museo ha dado su apoyo a la iniciativa, aunque ha dejado que el protagonismo corra a cargo de la familia. «Es una iniciativa familiar, pero no es un empeño por ser nuestro apellido, sino por acercar el museo a la gente», dice Luis. Pese a no estar situado en el Triángulo del Arte madrileño, formado por el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen, este centro se sitúa en el cuarto lugar en número de visitas: 250.000 al año. Hace apenas cinco años, eran 130.000.

Y es que Sorolla vive años de reivindicación. En 2017, la Sociedad Hispánica de Nueva York expuso su colección Visión de España, catorce paneles al óleo que representan las regiones y costumbres de nuestro país. EE UU, Alemania, Francia e Italia muestran con frecuencia su admirador por el pintor. Países cuyos turistas podrían poner un pie en el andén del Metro Sorolla a finales del año que viene... si la política lo permite. «Con los últimos cambios en la Comunidad de Madrid y los que pueden venir, la iniciativa podría complicarse. Pero lo vemos posible. Si no en esta legislatura, en la siguiente».