Moda
Madrid, una puerta al mercado de ropa de segunda mano
Se disparan las ofertas en la capital de reutilización de prendas debido a concienciación por el medio ambiente
Se disparan las ofertas en la capital de reutilización de prendas debido a concienciación por el medio ambiente
Cada madrileño se deshace de 30 kilos de ropa al año de media. El residuo textil es el quinto más importante a nivel nacional. Sin embargo, no goza ni de la misma conciencia social, ni de la misma gestión, eficaz e institucionalizada que recibe, por ejemplo, el vidrio. Tan evidente es el problema que se desprende del frenesí consumista que rodea a la moda, y la pobre gestión estatal emprendida por los distintos Estados, que Bruselas ha determinado que los residuos textiles domésticos deberán recogerse selectivamente de modo obligatorio antes de 2025. Y es que, antes de ser un residuo problemático, es también un producto contaminante. Después de la petrolera, la industria textil es la más contaminante del mundo.
En paralelo, desde que nació la «moda rápida», cada vez se consume más y más ropa. «Ya no existen temporadas, ahora parece que te compras una camiseta y al día siguiente de estrenarla ya se ha pasado de moda», describe Aritza Loroño, cofundador de Micolet, a LA RAZÓN. Además, cada vez la vida útil de nuestra ropa es más corta, nos cansamos antes de ella. Este consumo es claramente insostenible, desde la producción y la compra hasta el procesamiento y reciclaje de los residuos que genera. ¿Cómo afrontar la intricada problemática que desatan nuestras costumbres en el atuendo?
Existen muchas soluciones. Todas ellas planteadas de una manera original, ofrecen una manera de consumir más responsable, sin dejar de adquirir aquellas prendas que nos hagan sentir atractivos. Porque el objetivo principal de todas las iniciativas es medioambiental. Al alargar la vida útil de las prendas, se preserva el medio ambiente. Como indica a este diario Joan Montes, portavoz de Humana, «es absurdo tirar algo para tener que volver a producirlo y venderlo». Se replantea el ciclo de vida de las prendas, en vez de manera lineal, de manera circular.
Humana, Fundación Pueblo para Pueblo, es quizás la iniciativa más antigua y precursora en el sector de la reutilización de ropa. Se implantó en España en 1987 y, desde entonces, no ha dejado de crecer. Hoy, Humana cumple 31 años alargando la vida útil de la ropa y donando los beneficios que consigue a proyectos para el desarrollo en países del sur. Sólo en Madrid recogen cada año 15.000 toneladas de ropa usada. Las que son reutilizables son vendidas en 23 tiendas que inundan las calles de Madrid. Este proceso da puestos de trabajo a 260 trabajadores en la capital.
Aunque es cierto que cada vez hay más iniciativas y cada vez la ciudadanía está más concienciada, desde Humana señalan que queda camino por recorrer. A día de hoy sólo se recupera un 10% de las prendas que se desechan. Esta organización tiene la capacidad de «revalorizar más del 90% de las prendas que obtenemos. Si pudiésemos recoger y reutilizar todavía más residuos de los que efectivamente se crean, el beneficio para la comunidad sería todavía más importante». Por eso, desde la organización sin ánimo de lucro, agradecen la decisión tomada en Bruselas.
La ropa de segunda mano es un sector que no ha dejado de crecer. Cada día su consumo está más normalizado a todos los niveles. Es cierto que antes sufría algún tipo de estigma, pero esto ya pertenece a un pasado lejano. Aritza se atreve «incluso a decir que ahora lo que está de moda es hacer un bien al medio ambiente. Antes, la gente pudiente quería comprarse un Ferrari que corriese mucho. Ahora, prefieren comprarse un Tesla que corre igual, pero es eléctrico y respeta el planeta». Con la ropa pasa lo mismo, y según él «empieza a haber una conciencia social que se está volcando con esta causa». Lara Díez, cofundadora de Rave Market, añade que «es incluso algo cultural. La gente ha entendido que las cosas no tienen porque ser nuevas para tener estilo y llevarlas con mucho orgullo. Este tipo de consumo ofrece no sólo sostenibilidad, sino también exclusividad. Que la prenda tenga una historia, sea de otra época y nadie más la tenga igual, son factores que en mi opinión importan".
Gracias a esta normalización, nacieron iniciativas como Wallapop o Chicfy. Estas apps crean un punto de encuentro entre dos particulares que deseen comprar o vender artículos en general (en el primer caso) o ropa en particular (en el segundo) de segunda mano.
Aunque si se prefiere no tener que gestionar la relación con el posible vendedor, la opción a elegir es Micolet. Esta joven iniciativa brota de la unión de dos amigos, uno muy concienciado por el medio ambiente y otro forofo de la moda. Se unieron con el objetivo de darle una segunda vida a las prendas que ya no usamos para poder consumir moda de una manera responsable y sostenible. Para Aritza Loroño «éste es un modelo ganador-ganador». Todos los actores salen beneficiados de este «negocio». Se trata de una empresa que recibe la ropa que vendedores particulares ya no usan y que quieren despejar su armario. Después de una selección exhaustiva, la prendas entran en un lugar virtual de encuentro entre la oferta de ropa de segunda mano y la demanda. Aritza cuenta que «el vendedor se desentiende de la gestión de la ropa y se saca algún “dinerillo” extra. El comprador se asegura de que le llega a casa una prenda en buen estado y de manera segura, además de por un precio económico. Y así, estamos todos contribuyendo a preservar nuestro planeta». Según sus cálculos «al año alargamos la vida útil de medio millón de prendas, lo que implica evitar 500.000 kg de CO2 de contaminación. Esto equivale a proteger un bosque del tamaño de casi 100 campos de fútbol».
Micolet recibe 1.000 kilos de ropa cada semana de toda España y vende 30.000 prendas al mes. De esas prendas, un 5% llegan nuevas, con etiqueta. Madrid aporta un 30% de usuarias a Micolet, que presume hoy de gestionar el armario de personalidades públicas como Angie Fernández, Kira Miró o Cayetana Guillén Cuervo.
Mercados sostenibles
Existen múltiples iniciativas y proyectos que hacen que, hoy, ningún consumidor de moda tenga excusa para no vestirse respetando nuestro planeta. En Madrid es especialmente fácil. La oferta de ropa de segunda mano se presenta en diversas modalidades para que todo tipo de consumidor pueda optar por la que más le convenga. En Madrid, moda y sostenibilidad se dan la mano, y es sin duda una pareja con futuro.
Si se prefiere comprar ropa de manera presencial, otra opción es acercarse a mercados o eventos que ofrezcan moda sostenible. El próximo 27 de mayo, Rave Market celebra otra edición de su «mercado artístico». Una propuesta que lleva activa siete años y que empezó dedicada a la «second hand». Su cofundadora, Lara Díez, cuenta a LA RAZÓN que se inspiró en los mercados dublineses de ropa de segunda mano, que combinan sostenibilidad y estilo. Su propuesta ya es toda una experiencia artística. Rave Market da espacio a «moda de segunda mano de particulares, ropa vintage o retro de pequeñas tiendas, moda de diseñadores emergentes, música y arte de cualquier disciplina». Ha tenido que cambiar de sala, para poder acoger a más gente. Ahora tiene lugar en la sala de la Riviera y acoge «en torno a 15.000 personas personas al día». Todo un éxito.
En Madrid también se desarrolla el mercado Adelita Market. Nació en 2009 con una profunda conciencia medio ambiental, ofreciendo un espacio a particulares que quisieran vaciar sus armarios y darles una segunda vida a «esas prendas que están intactas en el fondo del armario». Su próxima edición se celebrará el próximo sábado 26 de mayo a las 11:30 de la mañana en la plaza del Dos de Mayo.
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